viernes, 26 de febrero de 2010

INFERTILIDAD MASCULINA Y ADICCIONES


El abuso del alcohol, según diferentes estudios, puede incidir en un menor número de espermatozoides, de testosterona y en aumento de estrógenos. Esto podría influir en una disminución de la libido o deseo sexual y disminución de la fertilidad. Esto es más obvio cuando ya tenemos un daño hepático.

En cuanto a la marihuana, algunos especialistas, como la doctora Lani Burkman, afirman que su consumo habitual puede dificultar la fertilidad del óvulo ya que los espermatozoides se mueven a destiempo. Van demasiado rápidos al principio y llegan al final sin apenas energía para fecundar al óvulo. La cantidad y estado de los espermatozoides también disminuye.

Por supuesto que eso no implica que todos los que consumen marihuana o cannabis tengan problemas de fertilidad pero si que termina de empeorar a las personas cuya fertilidad ya no es demasiado alta (hecho que por desgracia es más habitual cada día)

Respecto a la cocaína, heroína, éxtasis, anfetaminas y otras drogas, uno de los problemas más preocupantes es que además de provocar o agravar las disfunciones sexuales masculinas, al empeorar el estado general de salud, pueden dañar el ADN o material hereditario.

Normalmente el tabaco casi siempre suele ir asociado al alcohol y a las drogas por lo cual sólo hacemos que agravar la situación ya que su consumo habitual disminuye la calidad del esperma y dificulta la fertilidad. La erección también puede verse dificultada en fumadores habituales ya que el tabaco favorece una pobre oxigenación y circulación sanguínea.

Este breve apunte sobre drogas, alcohol y tabaco simplemente pretende concienciarnos de que a menudo la falta de fertilidad es un cúmulo de factores y, precisamente, los malos hábitos son uno de los principales factores a tener en cuenta.

Así pues con las drogas estropeamos en primer lugar nuestra salud, además a menudo solemos perder o estropeamos nuestras relaciones de pareja, laborales, familiares, etc. y por si fuera poco dificultamos el ser padres poniendo además en peligro la salud de un futuro hijo.

¿Realmente vale la pena?