miércoles, 29 de julio de 2009

ALERGIAS ALIMENTARIAS



Estás en ese exótico restaurante y llevas a tu boca un bocado de sushi. Es la primera vez que lo pruebas, y la combinación de los ingredientes y la salsa produce en ti una sensación de gozo y éxtasis. «¡Por qué tardé tanto en probar este manjar!», te reprochas. Todos comienzan a mirarte extrañado y, entonces, te preguntas si has hecho algún gesto exagerado. No te preocupes, son sólo tus labios, que han comenzado a inflarse como globos.La alergia alimentaria constituye un problema de salud cada vez más presente en la sociedad. Actualmente se desconoce el motivo por el que este problema se extiende, y la gravedad de algunos casos obliga a que se dé una cooperación entre los sectores implicados en la producción, distribución y venta de alimentos.

La única forma que tienen las personas afectadas de sufrir cuadros alérgicos por consumo de alimentos es evitar el consumo de los productos que causan la afección. Posteriormente, y siempre que sea posible, es necesario instaurar un sistema de vacunación que acabe minimizando los síntomas.

Sin embargo, esta vía no siempre es posible ni fácil de alcanzar ya que existen alimentos que se preparan con mezclas de múltiples productos. En algunas ocasiones incluso se emplean extractos, lo que hace casi imposible poder determinar la composición precisa de ingredientes.


¿Alergia o intolerancia alimentaria?

Cerca del 15% de la población manifiesta alergia o intolerancia de determinados tipos de comida. Alergia e intolerancia alimenticia son conceptos que, a menudo, se confunden porque la sintomatología es análoga, pero sólo en el primer caso está involucrado el sistema inmunológico.

Síntomas y reacciones relacionados con el cuerpo

La clave para distinguir una alergia de una intolerancia es que los primeros síntomas de la alergia —picor e hinchazón en los labios— suelen aparecer aproximadamente un minuto después de haber estado en contacto con el alimento al que se es alérgico.


Las alergias alimenticias más comunes son:

  • A la leche de vaca.
  • A los huevos.
  • A los pescados y mariscos.
  • A los frutos secos, en especial a los maníes.

Hay infinidad de posibles reacciones cruzadas entre alimentos:

  • zanahoria: apio, anís, manzana, patata.
  • Cereales: trigo, centeno, cebada, avena, maíz, arroz.
  • Merluza: anguila, salmón, trucha, atún.
  • Ajo: cebolla, espárragos.
  • Arroz: cereales, maíz.
  • Camarones: cangrejo, langosta, calamar.

DIETA CONTRA LAS ENFERMEDADES CRONICAS



La carga que suponen las enfermedades crónicas, entre ellas las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, la diabetes y la obesidad, aumenta rápidamente en todo el mundo. En 2001 las enfermedades crónicas representaron aproximadamente el 59% de los 56,5 millones de defunciones comunicadas en todo el mundo, y el 46% de la carga de morbilidad mundial.

Según el Dr. Ricardo Uauy, Director del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile y Profesor de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, quien presidió el Grupo de Expertos, «el informe tiene una gran importancia porque se basa en las mejores pruebas científicas actualmente disponibles sobre la relación entre el régimen alimentario, la nutrición y la actividad física por una parte, y las enfermedades crónicas por otra, y, además, está avalado por el dictamen colectivo de un grupo de expertos, formulado desde una perspectiva mundial».

En el informe figuran sugerencias para modificar la dieta cotidiana y aumentar el gasto de energía mediante:

· la disminución de la cantidad de sal en la dieta;

· la práctica de actividad física moderada durante, por lo menos, una hora al día.

El informe, basado en el análisis de las mejores pruebas científicas actualmente disponibles y en el dictamen colectivo de un grupo de 30 expertos, reafirma que la ingesta energética diaria debe ser equivalente al gasto de energía.

Según el informe, las pruebas científicas sugieren que un consumo excesivo de alimento
s muy energéticos puede favorecer el aumento de peso, por lo que insta a limitar la ingesta de grasas saturadas y trans, azúcar y sal, y señala que esos ingredientes se encuentran frecuentemente en tentempiés, alimentos preparados y bebidas.

El informe sostiene que la calidad de las grasas y los aceites que se ingieren, así como la cantidad de sal, también puede guardar relación con las enfermedades cardiovasculares, entre ellas los accidentes cerebrovasculares y los ataques cardiacos



Muchos de los fallecimientos por enfermedades crónicas obedecen a factores de riesgo que podrían prevenirse fácilmente, a saber:

· niveles de colesterol elevados;

· escasa actividad física.

En los países en desarrollo cada vez más personas sufren enfermedades crónicas, un cambio preocupante con respecto a unos pocos decenios atrás cuando las enfermedades crónicas se asociaban a los países ricos y desarrollados. Según el informe, esto se debe en gran parte al creciente desarrollo urbano provocado por el hecho de que los habitantes de las zonas rurales abandonan el campo y se dirigen a las ciudades.

Los habitantes de las ciudades son más propensos a seguir dietas muy energéticas, ricas en grasas saturadas y carbohidratos refinados. Este repentino cambio en la dieta, combinado con un modo de vida sedentario, está teniendo graves consecuencias para los grupos pobres de la población urbana.

El Dr. Uauy dice que «no todas las grasas ni todos los carbohidratos son iguales, y vale la pena conocer la diferencia». Añade que «la gente debería comer menos alimentos hipercalóricos, especialmente los alimentos ricos en grasas saturadas y azúcar; realizar actividad física; consumir preferentemente grasa no saturada en vez de
saturada, y menos sal; ingerir frutas, hortalizas y legumbres y dar preferencia a los alimentos de origen vegetal y marino».

Según el Dr. Uauy, una dieta con abundantes frutas y hortalizas, ricas en micronutrientes que fortalezcan el sistema inmunitario, también podría ayudar a las defensas naturales del organismo a defenderse de las enfermedades infecciosas.

Aumentar las frutas, limitar las grasas saturadas


El informe de los expertos sugiere que las grasas deberían representar entre el 15% y el 30% de la ingesta energética diaria total, y las grasas saturadas deberían constituir menos del 10% de ese total.

El informe sugiere que los carbohidratos deberían satisfacer la mayor parte de las necesidades energéticas y representar entre el 55% y el 75% de la ingesta diaria, mientras que los azúcares refinados simples deberían constituir menos del 10%. Las proteínas deberían aportar entre el 10% y el 15% de las calorías, y la sal debería limitarse a menos de 5 g por día. La ingesta de frutas y hortalizas debería incrementarse hasta alcanzar por lo menos 400 g por día.

El informe destaca que las enfermedades crónicas no son sólo consecuencia de comer en exceso, sino también del desequilibrio de la dieta, y menciona que una elevada ingesta de sal es un factor que favorece la alta tensión arterial, mientras que las grasas saturadas contribuyen a elevar los niveles de colesterol.

La actividad física es un factor esencial para determinar el desgaste diario de energía y, por lo tanto, es fundamental para el equilibrio energético y el control de peso. Según el informe, para mantener un peso corporal sano, especialmente en el caso de las personas que pasan la mayor parte de su tiempo sentadas, es necesario dedicar una hora por día, casi todos los días de la semana, a alguna actividad física moderada, por ejemplo, caminar.

En el informe se insta a los gobiernos nacionales a elaborar directrices alimentarias sencillas, realistas y basadas en los alimentos. En Finlandia y el Japón, países que han intervenido activamente para modificar la dieta y los hábitos alimentarios de sus poblaciones, se ha producido una considerable reducción de los factores de riesgo y de las tasas de incidencia de enfermedades crónicas, según el informe.

COMO LEER LA INFORMACION NUTRICIONAL DE LOS ALIMENTOS


El tamaño de la porción o la cantidad de raciones es un cálculo sobre la cantidad del alimento que, típicamente, las personas ingieren en una comida. Esto puede o no puede ser una porción normal para ti.

Es importante que prestes atención al tamaño de la porción, incluyendo el número de porciones en el envase, y compararlo con cuánto comes en realidad.

El tamaño de la ración en el envase del alimento influye sobre todos los nutrientes enumerados en la parte superior de la etiqueta. Por ejemplo, si el envase dice que rinde para cuatro porciones, y te comes todo el contenido, entonces deberás cuadruplicar las calorías, grasas, etcétera, que has consumido.

Es importante no confundir la porción con el tamaño de las porciones del envase. La porción es lo que tú comes y no existen estándares para medir esto.

El tamaño de las porciones es una cantidad estándar usada para ayudar a dar consejo sobre cuánto comer. De esta forma, ayuda al consumidor a identificar cuántas calorías hay en los alimentos que consumes y cuál es su contenido nutricional.

Por ejemplo, una rebanada de pan es una poción de uno para el pan en la pirámide alimenticia. Si ingieres un sándwich con dos rebanadas de pan, entonces tendrás dos porciones de pan en tu ración.

Las cantidades totales se indican en gramos, con la abreviatura g, o en miligramos, con la abreviatura mg. Un gramo es una cantidad muy pequeña y un miligramo es la milésima parte de un gramo.

¿Qué es la etiqueta de información nutricional de los alimentos?

Todos los alimentos envasados tienen una etiqueta impresa indicando el tamaño de la ración y otra información nutricional. Las etiquetas de información nutricional intentan dar información sobre el alimento específico envasado.

Las cantidades de grasa, colesterol, sodio, carbohidratos, proteínas, vitaminas y minerales están calculadas para una porción típica.

Esta información hace que sea más fácil para el consumidor comprar alimentos que encajen dentro de su plan alimentario y ayuden a controlar la presión arterial, el colesterol, la glucosa en sangre, y el peso. Sin embargo, a veces, leer estas etiquetas puede resultar algo confuso.

Tabla de información nutricional: el tamaño de la porción

Por ejemplo, una moneda de un centavo pesa alrededor de 5 gramos. Al igual que una cucharadita de margarina. Compara las etiquetas de alimentos similares.

Por ejemplo, elije el producto que contenga la menor cantidad de grasas saturadas, colesterol y sodio, y trata de seleccionar alimentos con más fibra.

Calorías

El número de calorías y gramos de nutrientes son provistos para la porción especificada. Ésta es la parte de la etiqueta de los alimentos en la que encontrarás la cantidad de grasa por porción.

Nutrientes


Esta sección enumera la cantidad diaria de cada nutriente en el envase del alimento. Estos valores cotidianos son los números de referencia que están establecidos por el gobierno y se basan en las recomendaciones vigentes de nutrición. Algunas etiquetas citan los valores diarios con base a dietas de 2000 kcal u 8400 kj.

El porcentaje (%) de valores diarios indica la cantidad de un nutriente específico que contiene la porción de un alimento determinado, en comparación con la dosis diaria recomendada.

El porcentaje se basa en una dieta de 2000 calorías. Si necesitas una cantidad de calorías mayor o menor, tus valores diarios serán diferentes.
Para saber cuántas calorías necesitas por día, consulta a un dietista o educador de diabetes certificado.

El porcentaje de valores diarios es una herramienta útil para saber si un alimento posee un contenido alto o bajo de un determinado nutriente, como por ejemplo de grasas o de fibra. Se considera que un producto:

  • Es una buena fuente de un nutriente en particular si una porción aporta entre el 10% y el 19% del valor diario.
  • Posee un alto contenido de un nutriente determinado si aporta un 20% o más del valor diario.
  • Posee un bajo contenido de ese nutriente si aporta un 5% o menos del valor diario.

Ingredientes

Todos los productos deben presentar una lista de los ingredientes en la etiqueta. Los ingredientes se mencionan en orden descendente por peso, lo que indica que el primer ingrediente es el componente que se encuentra en mayor proporción en el alimento.



Observa la lista de ingredientes para identificar lo que te gustaría evitar, como el aceite de coco o de palma, que tienen un alto contenido de grasas saturadas. También trata de evitar los aceites hidrogenados que tienen un alto contenido de grasas trans.

Estos no se enumeran por cantidad total en la etiqueta, pero puedes elegir alimentos que no mencionen aceites hidrogenados o parcialmente hidrogenados en la lista de ingredientes.

La lista de ingredientes también es un buen lugar para buscar ingredientes saludables para el corazón como la soja; las grasas monoinsaturadas, como el aceite de oliva, de canola o de maní; o los productos integrales como la harina de trigo integral y la avena.


Otro aspecto a observar de las etiquetas de los alimentos es la declaración de contenido. Algunas etiquetas destacan inscripciones tales como “bajo colesterol” o “libre de grasas”.

Estas declaraciones sólo pueden ser usadas si el alimento cumple con algunas estrictas definiciones gubernamentales. Aquí van algunos de los significados de las declaraciones que pueden encontrar en los envases de los productos.

Declaración

Definición

Libre de grasas o libre de azúcar

menos de 0.5 g de grasas o grasas saturadas por porción

Bajo contenido de grasas

3 g o menos de grasas totales

Contenido reducido o menor contenido de grasas

25% menos de grasa que la versión común como mínimo

Libre de colesterol

menos de 2 mg por porción

Contenido reducido o menor contenido de colesterol

25% menos de colesterol que la versión común como mínimo

Libre de calorías

menos de 5 calorías por porción

Bajas calorías

40 calorías o menos por porción

Light

1/3 menos de calorías o 50% menos de grasas

Algunos otros términos importantes que pueden verse en las etiquetas incluyen información sobre la sal:

Declaración

Definición

Libre de sodio o de sal

menos de 5 mg de sodio por porción

Bajo contenido de sodio

140 mg de sodio o menos

Contenido reducido o menor contenido de sodio

25% menos de sodio que la versión común como mínimo

Light

50% menos de sodio que la versión regular

Sin sal o sin sal agregada

No se agrega sal al producto durante su procesamiento

EL OMEGA 3 Y LA FELICIDAD


Un científico en Bethesa, Maryland, cree haber descubierto el secreto para sentirnos felices. él considera su hallazgo tan poderoso como para cambiar el mundo.

Su nombre es Joseph Hibbeln. Es jefe del Servicio de Salud Pública en Estados Unidos, médico y bioquímico. Después de 20 años de investigación, está convencido de que los ácidos grasos Omega–3, tienen el potencial de aumentar el sentimiento de felicidad, disminuir el de depresión, reducir el estrés y ayudarnos a tratar una amplia variedad de problemas emocionales y mentales.

Es más, el doctor Hibbeln está convencido de que si la gente incrementara el consumo de Omega–3, se produciría una importante reducción en las tasas de homicidio, suicidio, violencia, conducta agresiva, sentimientos de desesperanza y desórdenes de personalidad.¿Los necesitaremos?

La razón por la que 99 por ciento de la población del siglo XXI tiene carencia de Omega–3, vitales para el cerebro, es que se encuentran principalmente en animales que la sociedad moderna ya no consume, como ballena, foca, morsa, trucha ártica, peces salvajes, y en plantas silvestres que tampoco ingerimos. Además, hemos incrementado el consumo de aceites refinados como los de maíz, soya, girasol que contienen Omega–6; mismos que compiten con los Omega–3 y les restan todos sus beneficios.

¿Qué hacen los Omega–3?

Además de controlar tu función genética, regular tu sistema inmunológico y mejorar tu metabolismo, estos ácidos grasos son un componente vital de la membrana que cubre cada uno de los 100 trillones de células del cuerpo. Sin ellos, no pueden comunicarse los mensajes adecuados entre una célula y otra. Simplemente, sin Omega–3 nuestro cerebro no funcionaría. Todo lo anterior lo afirma otro experto, el doctor Mark Hyman, en su libro The UltraMind Solution.

Actualmente, las únicas fuentes de Omega–3 son leche materna, pescados salvajes grasos, algas marinas, linazas, aceite de hígado de bacalao, nueces de castilla, huevos de gallina a la que se le alimentado con linaza y comida a base de pescado.

¿Cómo exactamente benefician los Omega–3 a la salud del cerebro y a la emocional?

Los expertos no están seguros de cómo operan los Omega–3 en nuestro organismo. Sin embargo, tienen muchas hipótesis. Pueden elevar los niveles de neurotransmisores: serotonina, que se asocia con la reducción de depresión, suicidio y conducta agresiva; dopamina, que controla los procesos de "recompensa" del cerebro.

Los Omega–3 pueden elevar el flujo de sangre al cerebro, proteger a las células y promover su salud. Asimismo, reducen la inflamación cerebral, asociada con problemas como autismo, Alzheimer, depresión y Déficit de Atención e Hiperactividad.

Desafortunadamente, en el mundo tóxico de hoy, algunos pescados contienen altos niveles de mercurio y otros contaminantes que causan problemas de salud. La buena noticia es que hay "pescados y productos marinos buenos" altos en Omega–3 y bajos en contaminantes como anchoas, macarela del Atlántico, ostiones de granja, pez espada de Alaska y Canadá, salmón de Alaska, sardinas, trucha de granja y atún.

Para concluir, el doctor Mark Hyman nos dice algo contundente: "Estás tan sano como lo estén las membranas que cubren tus células. En ellas se lleva a cabo toda la ‘comunicación’ biológica de tu cuerpo y los Omega–3, forman la estructura básica de todas las membranas de tus células."

Así pues, querido lector, te invito a consumir más Omega–3; por lo pronto, ya lo estoy haciendo para comprobar si así logro vivir con menos estrés.

ALIMENTOS QUE HACEN FELIZ AL CEREBRO


¡¡¡¿Otra vez el Omega–3?!!! Falta poco para que un día mi familia entera se tape los oídos con los dedos y me diga, "Na, na, na, na." tal como hacen los niños." Ni modo…estoy resignada. ¿Sabías por ejemplo, que el cerebro sólo tiene 2 por ciento de tu peso corporal y, usa 20 por ciento de tu energía? Así que ¡necesita que lo apoyes! Y son precisamente los Omega–3, los que ayudan a proteger las membranas de las células, transmitir mensajes y reducir la inflamación, lo que favorece el buen humor, el aprendizaje, la prevención de enfermedades entre muchas cosas más.

Contrario a lo que se pensaba, sin importar la edad, el cerebro humano siempre produce nuevas neuronas; aún si se trata de una persona anciana. Y desde que los científicos descubrieron que "somos lo que comemos", nos bombardean con toda clase de datos acerca de alimentos, vitaminas y antioxidantes que en ocasiones incluso se contradicen. Sin embargo, todos concuerdan en que todo aquello que comes te hace o más sano, inteligente y feliz o todo lo contrario.

También es cierto que el cerebro sobrevive ya sea con comida chatarra o con nutrientes de calidad. La diferencia claro está en que éste funcione como una carcacha o como un Ferrari. Lo que comes ayuda a tu intelecto a fabricar químicos (neurotransmisores) que transmiten señales que te hacen sentir bien, enfocar tu atención y tener buena memoria.

Asimismo, la alimentación adecuada ayuda a generar neuronas sanas con bosques de dendritas (los receptores de mensajes) y mantiene la flexibilidad o neuroplasticidad del cerebro. Por lo que comparto contigo:

Lo que nutre a tu cerebro

Las grasas sanas, como Omega–3. Se encuentran en salmón, sardinas, callo de hacha y aceite de hígado de bacalao (para más información consulta: www.gabyvargas.com).

Los vegetales. Las personas mayores que comen tres raciones de verdura al día reducen el envejecimiento cognoscitivo natural en 40 por ciento, de acuerdo con el Chicago Health and Aging Proyect. ¡Es muchísimo! En especial son benéficos:

  • El aguacate, está lleno de nutrientes para el cerebro. Contiene fibra, vitaminas y potasio. Su grasa monosaturada contribuye al flujo de sangre y a reducir la presión sanguínea.
  • Las verduras oscuras como espinaca, brócoli y demás, pueden reducir el daño cerebral y protegerlo de infartos y otros daños.
  • La papa dulce y otros vegetales coloridos, están llenos de vitamina B–6, vitamina C, antioxidantes y beta–caroteno.
  • Crucíferas, como el brócoli, las coles moradas y de Bruselas tienen vitaminas y un químico llamado índole–3–carinol, que repara el ADN dañado.

Antes se recomendaba comer cinco porciones de fruta y verdura al día. Hoy las investigaciones consideran mejor elevar las porciones a entre 5 y 9 diarias. Una "porción" se refiere a una verdura completa, media taza de verdura cocida o una taza de verdura cruda. Inclúyelas a media mañana y por la tarde, además de en las otras comidas.

Los antioxidantes mantienen "limpio" el cerebro, al reducir el efecto de oxidación en las células. En especial las frutas y verduras llenas de color, como son moras, kiwis, pimientos y cítricos.

Agua. El cerebro es 78 por ciento agua; si está sediento se vuelve lento y torpe.

Especias como cúrcuma, azafrán, canela y salvia ayudan significativamente a la memoria, de acuerdo a la investigación realizada por Pharmacological Biochemical Behavior.

"De aquí a un año, ¿cómo estaré?" Te invito a que te hagas esta pregunta y en un lapso de 12 meses pruebes lo que una buena alimentación puede hacer por tu cerebro y por ti.

¿Qué día es hoy? Ubícalo en tu agenda y úsalo como parámetro; porque tu salud física, mental, emocional y espiritual, será mejor o peor, así como tu felicidad profesional, personal, y pareja y muchas otras cosas más. ¿De qué depende? de las decisiones que tomes.

Para que en ese tiempo, al menos el cerebro esté mejor, comparto contigo información sobre las vitaminas y minerales que nuestro centro de control adora; recomendaciones hechas por la Universidad de Maryland:

  • Vitaminas del complejo B, ayudan a aumentar y mantener la energía, favorecen conexiones nerviosas y al sistema nervioso en general.
  • Tiamina, ayuda a la metabolización de la glucosa –principal fuente de energía cerebral–, misma que ayuda a la transmisión de los impulsos nerviosos. Se encuentra en carne de puerco, legumbres, nueces, semillas.
  • Vitamina B–12, mantiene la capa protectora de las células nerviosas y previene que se dañen. Se encuentra en leche, huevos, carne, leche de soya y cereales reforzados.
  • Ácido Fólico y folato, cruciales para el buen funcionamiento cerebral. El folato es el nutriente cuya carencia es más comúnmente asociada con la depresión; aumenta las funciones de aprendizaje y reduce el riesgo de Alzheimer. Las embarazadas toman folato para reducir defectos en el tubo neuronal de sus bebés. Así que come espinacas, lechuga romana, hígado, levadura de cerveza, espárragos, habas, trigo, brócoli, algunas nueces y cereales enriquecidos.
  • Vitamina B–6 es esencial para producir la mayoría de los neurotransmisores. Contribuye a que disminuya el riesgo de depresión, demencia o degeneraciones nerviosas. Se encuentra en pollo, pescado, puerco, trigo integral, arroz salvaje y algunas frutas y verduras.
  • Vitamina C es un antioxidante esencial. Lo encuentras en cítricos, pimientos, fresas, papaya y verduras tipo brócoli, coliflor, coles de Bruselas. La vitamina C ayuda a la sintetización de los neurotransmisores básicos para el buen estado de ánimo y adecuado funcionamiento del cerebro. Protege a las proteínas, grasas y carbohidratos, así como al ADN del daño de los radicales libres.
  • Vitamina E es un antioxidante que tiene la cualidad de ser asimilado de inmediato por el cerebro. Puede prevenir el Alzheimer, en especial cuando se combina con vitamina C. Se encuentra en germen de trigo, vegetales, nueces, aguacate, vegetales de hoja verde y cereales fortificados.
  • Minerales como Boro, que aumenta la memoria y la coordinación entre los ojos y las manos. Lo contienen peras, manzanas, duraznos, uvas, pasitas. Hierro, es esencial para la hemoglobina que lleva oxígeno al cerebro. Se encuentra en carnes, pollo, pescados, granos enteros, chícharos y semillas secas. Magnesio, ayuda a transmitir impulsos nerviosos. Una deficiencia de éste crea nerviosismo y tics. Lo encuentras en vegetales de hoja verde, tofu, cáscara de papa, granos enteros, semillas, plátanos y chocolate. Manganeso, contribuye a la realización de funciones cerebrales; se encuentra en nueces y granos enteros. Cobre, su deficiencia, impide funciones del cerebro y del sistema inmunológico, está presente en vísceras, mariscos, nueces, semillas, pan integral y chocolate. Zinc, mantiene y protege la membrana de las células. Su deficiencia puede crear problemas neurológicos, apatía, fatiga e irritabilidad. Se encuentra en carnes rojas, hígado, huevos, lácteos, vegetales y algunos mariscos. Selenio, ayuda a sintetizar algunas hormonas y protege de daño a la membrana celular. Se encuentra en mariscos, hígado y huevos.

Así que ya sabes, para sentirnos mejor en un año, al menos en lo que al cerebro se refiere, ya tenemos la receta.

ENERGIA Y HUMOR


Entre semana me gusta despertar con la luz del sol. Gradualmente me avisa que ya es hora de levantarme. Claro, hay días en que me siento como los que salen en los comerciales de cereales en el desayuno, y otros en los que me tapo la cara con la almohada y me acuerdo de la canción "hoy no me puedo levantar".

Incluso, mi estado de ánimo durante el día y mi humor, dependen en gran parte de cómo me siento al apoyar el primer pie. No sólo eso, la fuerza con la que hago mi ejercicio cotidiano, la rapidez con la que tomo las decisiones o las pospongo, dependen de un intangible: mi energía. Me doy cuenta también, que la sola voluntad no basta para levantar el espíritu; y me consuela descubrir que es una cuestión biológica.

¿Qué afecta nuestra energía?

Una de las mayores fuentes de energía viene del sistema que tenemos integrado en el cerebro que marca los ritmos de nuestro cuerpo. Estos ritmos se repiten cada veinticuatro horas y se llaman Circadianos; del Latín circa (acerca) dianos (día). Es como un reloj biológico que está diseñado para mantenerte despierto de día, y cierra sus operaciones de noche para que puedas dormir. Como reloj despertador, nos envía señales que nos avisan que es hora de comer, de despertarnos, de descansar, etcétera. Lo que quizá desconocemos es que nuestro humor también está determinado por este reloj biológico, que por lo general, tiene su mejor momento en el primer tercio de la mañana, decae alrededor del medio día hasta la media tarde, y vuelve a subir alrededor de las 6 p.m. para caer a la hora de dormir.

El director de orquesta de este reloj es la luz. Cuando la retina capta el primer rayo de sol, manda la información al cerebro y éste envía docenas de ordenes al cuerpo. Para activarnos en el día segrega entre otras, la hormona del estrés cortisol, y en la noche melatonina para dormir. Por eso, cuando amanece más temprano, lo lógico es recorrer el horario una hora antes porque el cuerpo naturalmente se activará por la luz.

Si el ritmo de vida que llevas es desordenado, comes a deshoras, trasnochas ya sea por diversión o por trabajo, estas hormonas se salen de ciclo y se refleja en todo, especialmente en tu sueño y lucidez. Por lo tanto, tus juicios, decisiones, humor y eficiencia se disparan.

Otras formas de elevar la energía:

  1. Apasionate por lo que haces ya que tu cuerpo segrega adrenalina que te mantiene alerta física y mentalmente.
  2. Trabaja bajo luz clara y brillante, ésta aumenta el grado de atención, mientras que una tenue te adormece.
  3. Duerme de siete a ocho horas. Millones de personas duermen menos y les afecta en todo.
  4. Has ejercicio, te alerta; hundirte en el sillón te adormece.
  5. Alimentate bien, ya que aumenta la cantidad y la producción de los neurotransmisores responsables del humor y del estado de alerta.
  6. Procura un ambiente fresco; el calor te aletarga.
  7. Escucha buena música y evita ruidos contaminantes.
  8. Usa la aromaterapia como la esencia de menta, para despertar.
  9. Concientisate del reloj biológico. Conforme el ciclo Circadiano toca sus niveles bajos de energía, también tu humor los toca. Es por eso que la vida puede parecerte sombría cuando te despiertas en las altas horas de la madrugada.

Es importante comprender que hasta el individuo más energético no lo está el 100 por ciento del tiempo. Hay subidas y bajadas naturales en un ciclo de veinticuatro horas, de energía y de humor. Así que, observarte para conocer cuáles son tus horas más productivas, y cuando simplemente es mejor descansar.


¿ QUE ONDA ?


¿Alguna vez te ha pasado que quieres quedar bien, decir algo que suene inteligente o verte como una persona muy segura de sí misma y, por alguna extraña razón, todo te sale al revés? ¿Conoces la sensación de encontrar el cerebro totalmente en blanco justo cuando ants de un éxamen o hablar en público? ¿Se te olvidan las fechas, los nombres de calles, películas o personas? ¿Al leer un libro, tienes que regresarte tres reglones para comprender la idea?

¿Me creerías si te digo que todo esto, y asuntos más serios como el trastorno por déficit de atención, insomnio, adicciones, estrés o ansiedad; pueden tener remedio? Pues sí, es posible si se ordenan y potencializan las ondas cerebrales con una técnica llamada Neurofeedback.

Así como el ejercicio tonifica el cuerpo, Neurofeedback reta al cerebro para que funcione mejor. Como ya he hecho éste tratamiento, con la esperanza de superar lo distraida que soy, comparto contigo querido lector, lectora, mi experiencia con esta técnica.

Cuando me conectan, a través de electrodos y cables, a una computadora, puedo ver y medir cómo trabajan mis ondas cerebrales: Alfa, Delta, Theta y Beta. La primera vez que vi en la pantalla una serie de ondas horizontales, a color, la terapeuta me invitó a apretar la quijada para comprobar que en verdad eran mías. La computadora me reta a ganarle, sin meter las manos, sin mouse, ni joystick, en jueguitos que pensaría de "niños", como jugar basquetbol. A través de mi concentración mental, ¡como de magia!, provoco que un muñequito (yo) meta canasta al competidor. Si, en un momento, mi mente se distrae por un segundo, el contrario ¡anota en mi canasta hasta que vuelvo a concentrarme! Así, por periodos de cinco minutos, la computadora y yo nos debatimos. Si el marcador señala a mi favor, la terapeuta aumenta el nivel de dificultad hasta lograr que mi mente, el basquetbolista, anote. De este modo, se crean nuevas carreteras neuronales para que mi cerebro aprenda a alcanzar ciertos estados mentales como atención, concentración o relajación.

Las diferentes ondas

Por conveniencia, los científicos categorizan las ondas de acuerdo con su frecuencia. Beta, de 13 Hz hacia arriba, se da cuando estas en un estado de alerta o de concentración. Si alguna vez despiertas con la sensación de no haber descansado, a pesar de haber dormido, quiere decir que la onda Beta estuvo trabajando durante la noche. Theta, de 4 a 8 Hz se da cuando soñamos despiertos o fantaseamos. Por ejemplo, cuando tratas de concentrarte en estudiar y no lo logras, es porque la onda Theta se encuentra elevada. Si te sientes inquieto o nervioso y no puedes relajarte, la onda que hay que elevar es Alfa –un punto neutro o "inactivo" del cerebro de 8 a 13 Hz ––y esto puede conseguirse mediante respiraciones diafragmáticas profundas. Delta, de 0 a 4 Hz se da cuando dormimos profundo.

Sin importar en cuál estado de conciencia nos encontremos, todas las ondas están presentes. Es como si nuestro cerebro fuera una orquesta que toca una música maravillosa con, por lo menos, cuatro instrumentos: cuerdas, metales, percusiones, instrumentos de viento cada uno contribuyen, de manera importante, en la ejecución de todas las melodías. Pero un grupo predomina en una pieza musical y otro en otra. Lo ideal es llegar a dirigir la orquesta a voluntad.

Con esa esperanza y con la promesa de que las cosas se me olvidarán menos, de que manejaré mejor el estrés y de que me concentraré en lo que hago sin divagar, me alegro de que a alguien se le haya ocurrido este gran invento de Neurofeedback

LA DIETA ALCALINA


El otro día discutía con un amigo sobre la diferencia entre curarte con medicinas o buscar un medio más alternativo. Me parece irónico que después de descubrimientos como la penicilina, los millones de dólares invertidos en investigación médica y tecnológica para curar enfermedades –así como para que los alimentos duren más, luzcan y sepan mejor–, hoy los humanos enfrentamos muchos más retos de salud que nuestros abuelos.

Es un hecho que en gran parte del mundo padecemos un serio problema de obesidad y hay más propensión a enfermedades como cáncer, diabetes y otras crónico degenerativas. Hoy, tener algún síntoma como falta de energía, gripas frecuentes, ansiedad, dolores musculares, irritabilidad o dolores de cabeza, es lo más común.

Es ineludible que la alimentación de nuestros ancestros era muy diferente a la nuestra. Lo que comían era natural, orgánico y no procesado ni aderezado con químicos de nombres rarísimos, u hormonas de ningún tipo.

Como mi abuelo –quien en las mañanas les hacía el licuado a sus hijas con todo y cáscara de huevo– me heredó el gusto por los remedios naturales, comparto contigo los últimos descubrimientos en nutrición sobre la Dieta Alcalina, que me parecen lógicos y fáciles de seguir, además de que sus adeptos garantizan que no sólo adelgazas, sino que favorece tu digestión, te sientes con la energía de un niño, mejora tu claridad mental y tu bienestar en general.

¿Cual es la base de la Dieta Alcalina?

Los alimentos, por lo general, se clasifican en ácidos o alcalinos basados en sus valores de pH, en el residuo que dejan en el cuerpo humano después de que son metabolizados. Este efecto resulta del contenido mineral de los alimentos y, por ende, del residuo de ceniza que queda en el cuerpo después de haberlos consumido. Así, algunos alimentos dejan un residuo ácido y, otros, alcalino. Lo ideal, como en todo, es mantener un balance entre ambos.

Los alimentos que contienen minerales alcalinos –y dejan una ceniza de este tipo– son los que sabemos "buenos" para nosotros: fruta fresca, vegetales, raíces, tubérculos, nueces, legumbres y alimentos bajos en azúcares. ¿Y los que dejan una ceniza ácida? Adivinaste… dulces, alcohol, grasas saturadas, exceso de sal, carne, queso, harinas blancas, leche y demás.

"Tu salud depende de un ambiente alcalino en tu cuerpo, que se crea al comer alimentos como aguacates, jitomates, y verduras verdes… para lograr el balance 80/20 –comer un 70–80 por ciento de alimentos alcalinos y un 20–30 de ácidos– y regular la química ácido/alcalino de tu cuerpo a través de cambios sencillos, que pueden resultar en pérdida de peso, aumento de energía, y un sistema inmunológico más fuerte y una sensación de mayor bienestar". Esto lo asegura el doctor Robert O. Young, científico pionero y autor del libro El milagro del pH.

Por cierto, el término pH viene de una fórmula química que se usa para calcular la concentración de iones de hidrógeno presentes en la substancia, y se refiere a "poder del Hidrógeno". Un pH de 7 es neutro. Los alimentos alcalinos tienen un valor de pH superior al 7, y los alimentos con un valor ácido lo tienen por debajo del 7. El agua pura tiene un pH de 7.

Lo que me resulta curioso es que, por ejemplo, el jugo de naranja o de limón son ácidos en su estado natural, y se convierten en alcalinos una vez metabolizados en el cuerpo; por lo tanto, se consideran alcalinos. La mayoría de las frutas son alcalinas, con pocas excepciones, como arándanos, ciruelas y ciruelas pasas.

¿Por qué no comenzar con hacer de nuestra alimentación un remedio natural para sentirnos mejor? La Dieta Alcalina es un buen comienzo.

NO ESTAS ENFERMO... ¡TIENES SED!


¿ Alguna vez te has sentido cansado, irritable o ansioso sin razón alguna? ¿Se te ha enrojecido la nariz o el rostro después de una fuerte trasnochada?¿No puedes dormir bien? ¿Sientes la cabeza pesada? ¿Has notado que tu tiempo efectivo de atención disminuye? O bien, ¿tienes antojos irresistibles de tomar café, refrescos o bebidas alcohólicas? Pues, ¿qué crees?, todo lo anterior se puede deber a una simple y sencilla razón: te falta agua en el cuerpo.

Puedes pensar que te hidratas lo suficiente, pero ¿sabías que sentir la boca seca es uno de los indicadores de deshidratación que aparecen al último? Cuando sientes la boca seca es porque muchas funciones delicadas de tu organismo no sólo están afectadas, sino que se ¡han interrumpido! Y es así como se acelera el proceso de envejecimiento.

¿Cuántos vasos de agua (de 250 ml) crees que tu cuerpo recicla cada 24 horas para mantener sus funciones fisiológicas normales? ¡40 mil! Para realizar dichos procesos, por lo general el cuerpo requiere mínimo entre seis y diez vasos de agua diarios. Esa es la razón por la que todos hemos escuchado sobre tomar los consabidos ocho vasos de agua.

Estas conclusiones que comparto contigo son el resultado de 18 años de la investigación del doctor F. Batmanghelidj sobre por qué el agua nos mantiene sanos y sin dolores. El doctor Batmanghelidj además de contar con 33 años de experiencia como médico, es autor del libro cuyo título tomé prestado para encabezar esta columna: No estas enfermo, ¡tienes sed! Nada de milagros, afirma el investigador, sólo sentido común.

En lo personal ignoraba que los músculos que mueven el cuerpo son 75 por ciento agua; la sangre que transporta nutrientes es 82 por ciento agua; los pulmones que proveen oxígeno al organismo son 90 por ciento agua; el cerebro que es el centro de control del cuerpo es 76 por ciento agua; aun tus huesos son 25 por ciento agua. La salud, verdaderamente depende de la calidad y cantidad de agua que tomamos.

Batmanghelidj afirma que muchas personas viven con Deshidratación Crónica Involuntaria, lo cual contribuye al desarrollo de enfermedades degenerativas y de muchos tipos de dolores que se pueden prevenir y tratar ¡con sólo tomar más agua!

Lo que el agua puede prevenir

El consumo de la cantidad adecuada de agua puede prevenir múltiples enfermedades y dolencias como artritis, dolor de espalda, angina, migraña, colitis, asma, presión alta, diabetes en los adultos, colesterol elevado, entre otras. ¿No es sorprendente?

Algunas recomendaciones

  • Toma de 1 a 3 vasos de agua al despertar por las mañanas para subsanar la deshidratación producida durante el sueño.
  • Toma 2 a 3 vasos de agua antes de las comidas. No durante ellas. Lo óptimo es hacerlo 30 minutos antes de cada alimento. Ello prepara al tracto digestivo para realizar sus funciones.
  • Toma agua cada vez que sientas sed, aun durante la comida.
  • Toma agua dos horas y media después de cada comida para completar el proceso de digestión y corregir la deshidratación producida por él.
  • Toma agua antes del ejercicio para tener una buena sudoración.
  • Toma agua si padeces de estreñimiento y no comes suficientes frutas y verduras. Dos o tres vasos de agua al despertar actúan como el mejor laxante.
  • El cuerpo necesita agua, no substitutos como café, té, refresco, alcohol o leche y jugos frutales. éstos, de hecho, causan deshidratación.

Todos podemos cambiar nuestros hábitos. Bebe agua pura y hazlo una costumbre. Es una inversión a largo plazo. Pronto verás los beneficios reflejados en tu salud, en tu apariencia y… ¡en tu cartera!