viernes, 20 de marzo de 2009

PROTECCION NATURAL


En nuestro hogar contamos con un arsenal para combatir las infecciones: los antibióticos naturales, estos nos ayudan a luchar contra las pequeñas bacterias que pueden convertirse en grandes infecciones.

Del griego: anti 'contra', bios 'vida', los antibióticos son cualquier compuesto químico utilizado para eliminar o inhibir el crecimiento de organismos patógenos. Su hallazgo fue accidental, sin embargo, llevó a los científicos al descubrimiento de sustancias capaces de controlar y demoler a los microorganismos que provocaban infecciones.

Los antibióticos sintéticos que conocemos, por ejemplo las variedades de la penicilina, se elaboran a partir de seres vivos, como plantas, animales y hongos, o bien, de la composición química derivada de los mismos. Provienen de la naturaleza misma, la tierra produce a través de diversos procesos naturales en los que intervienen sol, aire y lluvia, infinidad de vegetales que permiten el desarrollo de sustancias que proporcionan inmunidad frente a gérmenes; por ello es fácil encontrarlos en varios elementos, quizá una fruta, una verdura o una raíz, toma nota:

Ajo: Es uno de los mejores bactericidas y antivirales naturales, contiene Aliicina, ajoeno, ácido cafeico, ácido ascórbico, ácido clorogénico, quercitina, etc., todo ello lo hace ideal para el tratamiento interno de enfermedades respiratorias y del aparato excretor. De uso externo, sirve para desinfectar y prevenir infecciones en las heridas.

Cebolla: Este bulbo es rico en componentes sulfurados, ácidos y flavonoides, por ello es uno de los mejores remedios para combatir procesos infecciosos del aparato respiratorio como la gripe, bronquitis, faringitis, etc. Utilizado de forma externa es un buen desinfectante.

Equinacea: Su principal virtud radica en sus propiedades contra de bacterias, hongos y virus ya que estimula el sistema inmunológico para producir más glóbulos blancos. Esto la identifica como una auténtica alternativa a los antibióticos químicos.

Jitomate: Protege del ataque de hongos, bacterias y parásitos, previene la obstrucción de las arterias y activar la digestión.

Jengibre: Su gran virtud es su capacidad antibacteriana y la tolerancia de los microorganismos necesarios en la flora intestinal (Lactobacillus). Esto resulta en que puede eliminar microorganismos perjudiciales, responsables de la mayor parte de los casos de gastroenteritis, respetando organismos benéficos en el estómago. Su poder antibacteriano también es capaz de eliminar el Helicobacter pylori, una bacteria, cuyas secreciones de amoniaco son las responsables de la aparición de muchas úlceras.

Tomillo: Su característica son los ácidos que produce esta planta, son bacteriostáticos, esto quiere decir que impiden que las bacterias se multipliquen. Su uso externo es desinfectante y ayuda a cicatrizar las heridas.

Fresa: Protege al sistema inmune, ataca bacterias, alivia trastornos digestivos, estimula el crecimiento de células.

Tila: La tila posee propiedades antivirales y antibacterianas capaces de inhibir el crecimiento de virus y bacterias, por lo que resulta muy útil su administración durante los períodos en que el organismo se ve obligado a luchar contra las infecciones. En este sentido se puede considerar esta planta como un buen antibiótico natural.

Limón: Ataca infecciones, protege de los efectos de la contaminación ambiental y fortalece al sistema inmunológico. A su vez mejora la producción de ácidos gástricos y contribuye en el transporte de oxígeno hacia las células del organismo.

MAS SOBRE CLIMATERIO FEMENINO


Estadísticas mundiales refieren que cerca del 70% de las mujeres en climaterio experimentan bochornos o sudoraciones y en un 50% de los casos, se presentan durante la noche cuando la mujer está dormida; de tal manera, hasta un 20% de los casos ven alterados el desarrollo de sus actividades cotidianas y calidad de vida, lo que da lugar a fatiga, ansiedad y nerviosismo.

Los bochornos son uno de los marcadores más comunes del periodo de transición a la menopausia y de las etapas tempranas del climaterio y se definen como una sensación temporal de calor, especialmente en la parte superior del cuerpo. Se inician varios años antes de la menopausia, aún en mujeres con ciclos regulares y generalmente aumentan conforme éstos se vuelven irregulares, alcanzando su máxima intensidad y mayor frecuencia entre 1 y 2 años después de la menopausia; pueden persistir hasta por 5,15 o más años después de ésta. La intensidad de la sintomatología se relaciona con el estilo de vida.

Cada mujer experimenta la menopausia en forma diferente, pues hay quienes sufren incomodidades mínimas, mientras que otras presentan síntomas moderados o graves.

Para las mujeres que llegan a esta etapa de la vida la terapia de reemplazo hormonal es una alternativa eficaz, la cual puede ser utilizada por periodos prolongados porque actúa selectivamente sobre tejidos específicos, a la vez que puede evitar los efectos estrogénicos indeseados sobre endometrio y mama. Además, es un tratamiento integral que actúa produciendo una triple acción: Estrogénica (alivia los bochornos, sudoración, sequedad vaginal y previene la osteoporosis), Progestagénica (no estimula el endometrio), y Androgénica (mejora el estado de ánimo y la sexualidad de la mujer posmenopáusica cuando ésta se encuentra afectada); en síntesis, disminuye los síntomas característicos de esta etapa y mejora notablemente la calidad de vida de la mujer.


Con el paso del tiempo y sin una adecuada supervisión médica los síntomas del climaterio se acentúan y en algunas mujeres surgen problemas como: insomnio, pérdida de la memoria, atrofia vaginal, infecciones vaginales, dolor en las relaciones sexuales, incontinencia urinaria, depresión, entre otros; por eso es de vital importancia acudir regularmente con un especialista que de manera individual le recomiende la terapia más adecuada para cada caso.

Una terapia de reemplazo, debe considerarse como un tratamiento a largo plazo y no abandonarse cuando desaparecen los molestos síntomas ya descritos (lo que ocurre al cabo de unos cuantas semanas de haberla iniciado) porque los verdaderos riesgos, los que ponen en peligro la vida de la mujer -como las complicaciones cardiovasculares o la osteoporosis- tienden a reaparecer cuando se abandona el tratamiento.