martes, 3 de febrero de 2009

GRASAS TRANS: DE LOS PEORES ENEMIGOS DEL CORAZON


Las grasas trans son aceites parcialmente hidrogenados, es decir que resultan de la adición de hidrógeno a los ácidos grasos insaturados de los aceites vegetales. Son utilizados en la industria alimentaria para dar mayor estabilidad y durabilidad a los alimentos, aunque también existen alimentos que en forma natural contienen grasas trans, como es el caso de la carne de vaca o cordero y la leche de vaca.

Tras el proceso de hidrogenación, los ácidos grasos insaturados adquieren una consistencia semisólida y pueden ser utilizados en variedad de productos como es el caso de las margarinas, galletas, productos de bollería, caramelos, snacks, helados, salsas, entre otros.

El consumo continuado de grasas trans se traduce en un aumento del nivel de colesterol LDL (”malo”) y la disminución del colesterol cardioprotector HDL (”bueno”). Datos confirmados por un estudio publicado recientemente en la revista The New England Journal of Medicine.

Los efectos que tiene sobre la salud la grasa trans, son peores que los derivados de la grasa saturada o incluso el colesterol que ingerimos con los alimentos.

El exceso de grasas trans favorece la aterosclerosis, es decir el estrechamiento de las arterias que dificulta el flujo sanguíneo, por lo que resulta peligroso para el corazón y las arterias.

No se debe eliminar el aporte de grasas con la dieta, ya que resultan imprescindible para obtener energía para el organismo, pero se debe tener en cuenta que no todas las grasas son iguales ni tienen los mismos efectos para la salud.

Como revela el mayor análisis epidemiológico estadounidense, el Nurses Health Study, la sustitución del 5% de la energía procedente de ácidos grasos saturados por energía proveniente de insaturados reduce en un 42% el riesgo coronario. Cuando se trata de grasas trans, reemplazar un 2% de la energía procedente de las mismas por la energía que proveen grasas insaturadas equivale a una reducción en el riesgo coronario de 53%.

La Asociación Americana del Corazón (AHA) recomienda limitar la ingesta de grasas trans al 1% del total de calorías ingeridas en un día, lo cual se traduce en una dieta que aporta 2000 a 2500 calorías a un consumo de 2 a 2.5 gramos de grasas trans por día.