domingo, 25 de enero de 2009


Todos tenemos en la vida alguna adicción. Aunque hay las difíciles de reconocer, resulta importante hacerlo para enfrentarlas, sobretodo cuando se trata de adicciones que ponen en riesgo nuestra salud física y emocional. Algunas de las que más padece la gente son de las que a continuación te hablaremos. Si acaso piensas que eres adicta a alguna, no te avergüences y atrévete a buscar ayuda para evitar situaciones que te pueden ocasionar problemas.

Sexo


La adicción al sexo la padecen personas con conductas y pensamientos obsesivos respecto a las relaciones sexuales y a otras situaciones asociadas a ellas. El impulso es tan fuerte, que son incapaces de establecer relaciones románticas sanas. Quienes padecen esta adicción sienten un deseo, a veces incontrolable, de masturbarse; les cuesta trabajo mantenerse con una sola pareja, o sea, llevan una vida sexual promiscua en la que no suelen darle mucha importancia a la protección contra enfermedades como el sida. Incluso pueden llegar al exhibicionismo y a acosar a las personas que son objeto de su atención erótica.

Estos adictos no se percatan de que tienen un problema y justifican sus acciones diciendo que poseen una libido (impulso sexual) muy potente, pero la verdad es que casi no tienen control sobre lo que hacen, pese a las posibles consecuencias negativas. El afectado puede salir en horario laboral en busca de una prostituta o gastar considerables sumas de dinero en comprar material pornográfico y en consultar sitios porno en Internet. Aunque no se sabe exactamente el origen, los expertos creen que la pornografía consumida por una persona muy joven e inmadura, puede ocasionar determinados traumas sexuales.

Vigorexia

La vigorexia es la obsesión por el ejercicio. Se le conoce como la anorexia de los fuertes y es más común en hombres que en mujeres.Estas personas se programan rutinas de ejercicios exhaustas y sienten culpa cuando no pueden realizarlas.

De acuerdo con el Dr. André Sulub, especialista en medicina del deporte, los pacientes empiezan a consultar por una lesión y no por su verdadera enfermedad. Son personas generalmente introvertidas y de baja autoestima que rechazan su cuerpo, lo cual ocasiona que se desesperen por su masa muscular y consideran la complexión fornida como una opción para sentirse importantes y llamar la atención.

Muchas veces los pacientes prefieren no comer y sí consumir suplementos e ingerir aminoácidos. La mayoría usa esteroides anabólicos para tener masa muscular en menos tiempo. Esto puede ocasionar complicaciones cardíacas, hepáticas y problemas en el área genital, explica el Dr. Sulub. La vigorexia se controla a través de tratamiento y con un equipo interdisciplinario: médico deportivo, nutriólogo y psicólogo a la vez.

Cigarro

Cuando llevas un cigarro a tu boca e inhalas, introduces a tu organismo más de 4 mil sustancias químicas, 40 de las cuales se ha comprobado son cancerígenas. La psicóloga Modesta Rivero Cruz, terapeuta del Centro de Integración Juvenil de Yucatán, explica que los componentes del humo del cigarro tardan alrededor de 8 segundos en llegar al cerebro y producir una gran cantidad de Dopamina, sustancia encargada de la sensación de placer. Con el tiempo, la cantidad requerida de cigarros va en aumento para poder producir la misma sensación.

El tabaco genera daños a corto plazo como fatiga, dificultad respiratoria, hipertensión, resequedad en el cabello, la piel y las uñas; y a largo plazo hace que se obstruyan las arterias coronarias y cerebrales y aumenta la probabilidad de desarrollar cáncer en el sistema respiratorio (boca, laringe, faringe y pulmones), enfisema pulmonar y la recientemente denominada Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC).

Además del factor físico, la adicción al cigarro se complica por algunas creencias como la idea de que se necesita de un cigarro para la buena digestión, para conducir con tranquilidad un vehículo o para conciliar el sueño. Sin embargo, la terapeuta Rivero refiere que estas asociaciones son reflejo de una incapacidad que parece desvanecerse con el hecho de fumar, como podría ser la incapacidad para manejar el estrés, las relaciones personales y de adaptación; hay quienes aseveran que los fumadores tienen una fuerte necesidad de sentirse amados.

Es muy recomendable que si decides dejar el cigarro, además de un tratamiento de tipo farmacológico, tengas el respaldo de una terapia psicológica que te ayude a terminar con las asociaciones que acompañan esta adicción y hagan más fácil el camino para dejarla por completo.

Trabajo

El adicto al trabajo se pasa horas enteras en la oficina o se programa rutinas exageradas casi siempre sin descanso. Para la Maestra en kinesiología, Pilar Cardeña Herrera, los adictos al trabajo piensan que nunca es suficiente lo que hacen y siempre buscan cumplir con las expectativas de los demás. La adicción está vinculada a la familia de origen, donde la información que posee la persona es de no haber sido suficientemente buena para sus padres. Tiene una sensación de soledad y de no sentirse amada, por lo que se refugia en el trabajo e intenta adormecer estas emociones.

Relaciones destructivas

Las relaciones destructivas, son una perpetuación de las relaciones con la familia de origen. Se trata de una especie de transferencia de la sensación de abuso padecido. De esta manera, cuando hay necesidad de sentirse amado, la persona proyecta lo que aprendió en su entorno familiar con los compañeros de trabajo, amigos o pareja.

El adicto a estas relaciones llega a padecer burlas, insultos, críticas, comparaciones, golpes y hasta maltrato sexual. La pérdida de cabello, depresión, insomnio, miedo, angustia, insatisfacción y frustración son algunos de los síntomas en que se manifiesta la adicción a las relaciones destructivas; consecuencia de una existencia solitaria y que origina conductas desesperadas y obsesivas. Otros indicadores de este padecimiento son el aislamiento en el hogar, ocultar las conductas agresivas de la pareja, permanecer llorando en la oscuridad y sentido de fealdad.

Las personas adictas a las relaciones destructivas se sienten indignas, destruidas y, muchas veces, pueden intentar acabar con su vida. No se dan cuentan de que están enfermas emocionalmente. En conclusión, se trata de individuos que piensan que el mundo es una porquería. Algunos se han refugiado en el alcohol, las drogas y el consumo excesivo de alimentos; todo con el ánimo de solucionar sus problemas, pero sin éxito.