sábado, 10 de marzo de 2012

CALCIO E ISOFLAVONAS DE SOYA, ALIADOS DE LA SALUD DE TUS HUESOS


Los lácteos son fundamentales para la formación y el mantenimiento de la estructura del hueso a lo largo de toda la vida. Por otra parte, parece demostrado que las isoflavonas de la soya contribuyen al mantenimiento de la masa ósea. Todo ello hace que una leche enriquecida en calcio y en soya se plantee como un aliado ideal para la salud ósea.


El calcio y las isoflavonas son dos componentes de la dieta que ayudan a mantener la calidad ósea.

El hueso, que forma parte del esqueleto humano, es un tejido vivo sometido a un remodelado continuo con una alternancia equilibrada de procesos de resorción (destrucción) y formación óseas.

Estos procesos están perfectamente integrados en un hueso normal y su correcto balance permite el mantenimiento de una adecuada masa ósea.

La masa ósea es la cantidad de hueso que presenta una persona en el esqueleto en un momento determinado.

La cantidad de masa ósea de una persona aumenta paulatinamente desde el nacimiento, conforme se desarrolla su esqueleto, hasta alcanzar un valor máximo, el denominado pico de masa ósea, alrededor de los 30-35 años, cuando se logra la madurez esquelética.

A partir de este punto, el organismo sufrirá, de forma natural y paulatina, una resorción o pérdida de la masa ósea que durará el resto de la vida.

En la mujer, la pérdida de la densidad ósea se acelera notablemente después de la menopausia, como consecuencia de la carencia de estrógenos y alcanza del 3 al 5% anual en los años que siguen a la menopausia. Sin embargo, el ritmo de la disminución postmenopáusica del tejido óseo difiere de unas mujeres a otras.

Son numerosos los estudios que han puesto de manifiesto la importancia de determinados nutrientes de la dieta, como el calcio y la vitamina D, en la formación y mantenimiento de la masa ósea. Sin embargo, el estatus del hueso puede verse afectado además de por estos nutrientes, por otros componentes de la dieta, lo que sugiere igualmente llevar a cabo estudios científicos que permitan dilucidar sus efectos sobre la salud ósea.

Hay ocasiones en que las deficiencias y los excesos nutricionales afectan a la remodelación ósea, alterando su equilibrio y ocasionando problemas como la osteoporosis.

La osteoporosis representa uno de los mayores problemas de salud en el mundo occidental. Esta enfermedad, caracterizada por la pérdida de masa ósea y el aumento de la fragilidad de los huesos, afecta a las mujeres en una proporción de 4 a 6 veces superior respecto a los hombres de igual edad.

Uno de los inconvenientes que conlleva la osteoporosis es que no produce síntomas, de ahí que reciba el apelativo de "la epidemia silenciosa", porque la pérdida de hueso es gradual y el paciente ni sabe que la padece, con lo cual no llega a detectarse hasta estados avanzados o tras la primera fractura.

Según FHOEMO (Fundación Hispana de Osteoporosis y Enfermedades Metabólicas Óseas), a partir de los 50 años, una de cada tres mujeres y uno de cada ocho hombres sufrirán al menos una fractura provocada por osteoporosis a lo largo de su vida.

No obstante, sea cual fuere la edad, una dieta que incluya los nutrientes necesarios para fortalecer los huesos, sumado a un estilo de vida sano, dieta sana y equilibrada, junto con la práctica de ejercicio físico y el tomar el sol unos 15 minutos al día para obtener vitamina D, pueden hacer que el proceso natural de desgaste óseo sea más lento.

Actualmente, las tendencias de consumo muestran un marcado interés por lo saludable y funcional. El sector lácteo se ha convertido en un líder innovador de esta tendencia desarrollando y ofertando al consumidor gran variedad de productos con valor añadido, dirigidos tanto a la población sana (para prevenir enfermedades o mejorar el tono vital), como para la población que padece determinadas patologías.

Existen en el mercado leches enriquecidas o fortalecidas en determinados nutrientes o compuestos, como es el caso de la leche enriquecida en calcio e isoflavonas, que suponen un aporte extra de calcio (más de un 40% respecto a la leche normal).

Además, la presencia de isoflavonas le confiere una serie de efectos saludables adicionales en la prevención de diversas enfermedades.


El calcio es un nutriente esencial para la formación y mantenimiento de unos huesos fuertes y sanos. Aproximadamente el 99% del calcio corporal se encuentra en los huesos, el 1% restante se reparte entre los líquidos extracelulares y las membranas celulares, donde igualmente realiza importantes funciones.

Dado que el organismo está constantemente eliminando y reemplazando pequeñas cantidades del mismo, se debe garantizar la ingesta de calcio en la dieta a lo largo de toda la vida.

Si la ingesta o absorción de calcio son inadecuadas, la concentración de calcio en sangre se mantendrá a expensas del calcio óseo, y si en el hueso se elimina más calcio del que se reemplaza, éste comenzará a debilitarse, con el consiguiente riesgo de fractura y deformidad.

Es particularmente importante conseguir un aporte óptimo de calcio a través de la dieta durante las tres primeras décadas de la vida y, en especial, durante los años de la preadolescencia y adolescencia que es cuando los huesos crecen más rápido.

Una adecuada ingesta de calcio a estas edades puede ayudar a reducir el riesgo de desarrollar osteoporosis en edades avanzadas.

Existe una amplia bibliografía en relación a cómo el calcio de la dieta y la ingesta de leche en edades de crecimiento pueden influir positivamente sobre el contenido del mineral óseo durante el desarrollo del pico de masa ósea. Una alta ingesta de leche, y por consiguiente de calcio, durante la adolescencia está asociada a un mayor contenido de mineral en huesos en el periodo de desarrollo del pico de masa ósea.

Además, el hábito de tomar leche en la adolescencia puede contribuir a establecer ese hábito y mantenerlo en la edad adulta.

La ingesta diaria recomendada de calcio oscila entre los 1200 mg/día y 1500 mg/día, lo que equivale a tomar de 4 a 5 raciones de lácteos no enriquecidos con calcio, ó 3 a 4 raciones en caso de lácteos enriquecidos con calcio.

El calcio se obtiene fundamentalmente de la leche y los productos lácteos, siendo importante para su correcta absorción una adecuada relación calcio/fósforo.

Además existen otros alimentos, como algunos frutos secos, las verduras (repollo, acelgas), sardinas en aceite (con espinas), legumbres (judías pintas, lentejas), el pan integral, que aunque son ricos en calcio, éste no es tan aprovechable como el de la leche.

Además de considerar el aporte de calcio, hay que considerar otros factores que pueden condicionar e interferir en la absorción y retención corporal de calcio, como el sedentarismo o la presencia de otros componentes de los alimentos (fibra, oxalatos, fosfatos, cafeína, entre otros).

Por todo esto, la Conferencia Consenso organizada por el Instituto Nacional Americano de la Salud en 1994, sugiere un aumento de la ingesta de calcio en personas mayores de 65 años, hasta situarse en los 1500 mg/día de calcio a fin de evitar en la medida de lo posible una mayor pérdida ósea.

En personas de edad avanzada hay que cuidar de forma especial el aporte de calcio, ya que a estas edades va disminuyendo la ingesta de calcio en la dieta habitual y también puede verse reducida su absorción.

En mujeres de edad avanzada, la suplementación de la dieta con calcio se asocia a una mayor densidad mineral ósea (1-3%), con disminución de la pérdida ósea en los primeros 1 ó 2 años tras el inicio de la suplementación, efecto que con posterioridad tiende a disminuir.

Parece que el calcio disminuye el proceso de destrucción ósea (resorción), mientras que el incremento de la densidad mineral ósea se relaciona con un descenso en el remodelado óseo.

Igualmente, hay que cuidar la ingesta en mujeres después de la menopausia. Un estudio europeo puso de manifiesto que los suplementos de calcio suponían una disminución significativa de las tasas de fractura de cadera de mujeres postmenopáusicas. Además, el efecto del calcio es aditivo al de otros fármacos comúnmente empleados en el tratamiento de la osteoporosis, como los estrógenos, la calcitonina o los anabólicos.

La suplementación con calcio previene la disminución de la densidad mineral ósea en mujeres postmenopáusicas y en la osteoporosis senil, convirtiéndose por tanto en el tratamiento eficaz de la osteoporosis, siendo capaz por sí misma de reducir el riesgo de fracturas, sobre todo en la forma senil de la enfermedad, y en grupos de riesgo elevado.

Actualmente existe un gran interés por los efectos saludables de la soya, en gran medida atribuidos a las isoflavonas, presentes en esta legumbre.

Las isoflavonas son compuestos químicos que están presentes en numerosos alimentos vegetales (cereales, legumbres, cerveza, entre otros); sin embargo, la soja parece ser la fuente más importante de isoflavonas de la dieta.

Las principales isoflavonas de la soya, genisteína y daidzeína, presentan una similitud estructural con los estrógenos (hormonas responsables de las características sexuales femeninas), lo que a su vez les confiere cierta acción estrogénica, de ahí que reciban el nombre de fitoestrógenos.

Numerosos trabajos afirman que las isoflavonas de la soya, cuando se ingieren habitualmente y en las dosis adecuadas, producen una serie de efectos beneficiosos para la salud, tanto a nivel preventivo como coadyuvante en el tratamiento de diversas enfermedades.

Existe una amplia literatura sobre su actuación como estrógenos y su utilidad para atenuar los síntomas de la menopausia; como antiestrógenos, como anticancerígenos (por inhibición de las enzimas implicadas en la diferenciación y el crecimiento de tumores), como antioxidantes, como estimuladores de las defensas del organismo y otros efectos clínicos, aunque casi todos los estudios se han llevado a cabo in vitro y en ensayos de experimentación animal, siendo menos los realizados en humanos.

Los primeros estudios epidemiológicos y observacionales demostraron que las tasas de osteoporosis y fracturas en mujeres asiáticas, eran muy bajas comparadas con la población occidental, atribuyendo tales efectos al consumo de soja. Cabe pensar que debido a su acción estrogénica, las isoflavonas resultarían más efectivas durante la menopausia, cuando los niveles de estrógenos son deficientes.

Ensayos clínicos realizados con ipriflavona (una isoflavona sintética), pusieron de manifiesto en cómo la administración de la misma en dosis de 400 a 600 mg/día ayuda a prevenir la pérdida ósea que sigue a la menopausia, al inhibir el reclutamiento de los osteoclastos.

Un estudio prospectivo, bastante completo, efectuado en mujeres perimenopáusicas, demostró que una dosis de isoflavonas de 80,4 g/día durante 24 semanas disminuye la pérdida de masa ósea en la columna y mejora los marcadores del metabolismo óseo.

Otros estudios realizados in vitro han demostrado cómo las isoflavonas incrementan la proliferación y diferenciación de las células formadoras de hueso (osteoblastos), así como la síntesis de colágeno en cultivos tisulares. La adición de genisteína y daidzeína a un medio de cultivo de hueso femoral de rata, tuvo un efecto formador sobre el hueso, a juzgar por el aumento en el contenido de calcio y fosfatasa alcalina (marcador óseo).

En resumen, son numerosos los estudios que parecen confirmar cierto efecto protector de las isoflavonas sobre el hueso, como ponen de manifiesto la reducción de los niveles sanguíneos de varios marcadores de la resorción ósea y el incremento de los niveles de marcadores de la formación del hueso.

Sin embargo, de momento no se ha instaurado su uso como tratamiento, sino como profilaxis de la osteoporosis. Se sigue investigando para corroborar su eficacia y conocer con más claridad su mecanismo de acción, aunque los resultados obtenidos hasta el momento no cabe duda que son muy prometedores.

Además, el consumo de isoflavonas en las dosis empleadas es seguro según diversos estudios y no existen datos experimentales que demuestren algún tipo de toxicidad en humanos y animales.