miércoles, 13 de marzo de 2013

OBESIDAD EMOCIONAL

El comer emociones nos genera sobrepeso indefectiblemente. Para reducirlo hay que QUERER ENTENDERNOS y en vez de alimentarnos con cuchara y tenedor empecemos saboreando uno a uno los ingredientes que albergan nuestra mente y nuestro corazón. 
 Actualmente el tema obesidad ocupa un lugar muy importante en términos sociales, emocionales, de salud y de estética; es decir, cubre áreas de distintas índoles y ha llamado la atención en diversos sectores. Es impresionante buscar información en bibliotecas, librerías, revistas, instituciones, en la red, en donde con investigaciones cuantitativas nos arrojan datos alarmantes de la cantidad de personas con sobrepeso y obesidad en nuestro país; y es aún más alarmante saber que el factor principal de origen es por cuestiones emocionales. 
Parece sencillo lograr tal ecuación, digo, si nos dicen constantemente que por salud hay que hacerlo, qué dificultad podemos encontrar en las múltiples dietas en realizarlas y estar sanos? 
Si nos dicen que los cuerpos esbeltos son los “valiosos y queridos”, ¿qué nos impide tener un cuerpo con esas características para poder ser “valiosos y queridos”?. En realidad es un silogismo básico, “si te hace daño, no te lo comas”, entonces el por qué seguimos en esa misma canción fuera de sintonía?. Tomar la decisión de bajar de peso no es suficiente, porque se necesita además el compromiso con uno mismo. 
Autores como Saldana y Rossell (1996), Álvarez (1996. 1998), Twerski (1998) y Strauss (2000) manifiestan que 95% de los casos de obesidad no es atribuible a causas orgánicas; mas bien, provienen del tipo de alimentación y de factores culturales y psicosociales que conducen a las personas a satisfacer sus necesidades emocionales y de autoestima a través del consumo excesivo de alimento, por lo cual el comer en exceso contribuye a subsanar la ausencia de autoestima. El comer no se limita al hecho, únicamente, de satisfacer una necesidad básica, también se come por el placer de hacerlo y para controlar emociones. 
No hay una única causa que lleve a una persona a abusar de la comida. Geneen Roth, autora de varios estudios sobre el tema, explica en su libro Cuando la comida sustituye al amor, que ella deseaba perder peso, y que para ella los kilos de más suponían protegerse de otros problemas. ”Mientras tuviera la atención pendiente en lo que comía, del tamaño de la ropa que usaba, de la celulitis y de cómo sería mi vida cuando finalmente consiguiera perder peso, no había persona capaz de herirme profundamente. Mi obsesión por el peso era apasionante… Cuando me sentía rechaza por alguien, me decía que esa persona rechazaba mi cuerpo, pero no a mí, y que cuando adelgazara las cosas serían diferentes“. 
En otro libro, Una sustancia llamada comida, Gloria Arenson, que ha sido directora del Centro de Tratamiento de Desórdenes en la Comida de Los Ángeles, coincide en que muchas de estas personas lo que buscan de manera inconsciente en realidad es ganar peso. Entre las mujeres, por ejemplo, es frecuente aferrarse a la gordura para negar su sexualidad. Además, explica que las personas con baja autoestima pueden sentirse incomodas cuando se sienten observadas por el sexo opuesto y para ellas la grasa es un abrigo que cubre y protege a la persona. Detrás de la mala ingestión de alimentos pueden descubrirse recuerdos infantiles de rechazo, sentimientos adultos de soledad y otros múltiples problemas emocionales. El problema de comer en exceso en personas obesas o con sobrepeso ha sido estudiado por diversos investigadores (p. e. Bender, 1993: Cormillot, 2000; Gaona, 2001; Hirschmann, 1990, entre muchos otros), los cuales han llegado a concluir que los comedores en exceso se caracterizan por la sensación de descontrol y dependencia que no existe en las personas con una adecuada autoestima, quienes pueden comer mucho por simple placer. 
Tal descontrol es en muchas ocasiones producto de sentimientos y emociones que difícilmente se pueden identificar y mucho menos comunicar y manejar adecuadamente. 
En definitiva las respuestas a la ecuación "si te hace daño, no lo comas" no es del todo sencilla de resolver. Hay una lista muy extensa de factores que se encuentran hilados por una constante: problemas emocionales. Recuerda que el espejo de tu vida es tu cuerpo, así que ponte atención y atiende aquellas emociones que aún no digieres.