martes, 5 de junio de 2012

ALERGIAS Y SALUD INTESTINAL


La permeabilidad de nuestros intestinos
Un trastorno bastante frecuente, que a menudo pasa desapercibido, es la excesiva permeabilidad de la pared intestinal, que permite el paso de moléculas demasiado grandes al sistema. Cuando estas moléculas son de proteínas parcialmente digeridas, el sistema detecta su presencia, creando una respuesta inmunitaria para neutralizar al "enemigo".

Son las alergias alimentarias. No hay respuesta inmunitaria, en cambio, cuando la digestión se ha realizado correctamente, y las proteínas se han descompuesto totalmente en sus componentes básicos: los aminoácidos.

Las consecuencias de esta "invasión" pueden ser locales: inflamación, gases, diarreas..., pero también generales, especialmente cuando ya existe un terreno alérgico e inflamatorio, que puede contribuir a empeorar. Algunos autores, ("La Methode Kousmine". Ed. Jouvence) han señalado la conexión entre las alergias de origen alimentario, y dolencias asociadas, como asma o eccema, o incluso enfermedades autoinmunes.

Para que exista una alergia alimentaria se han de dar las dos condiciones:
Una digestión incompleta de las proteínas.
Una excesiva permeabilidad intestinal.
Si existe hiperpermeabilidad intestinal, pero las proteínas se digieren completamente, no hay reacción alérgica. Si algunas de las proteínas no se digieren completamente, pero no pueden atravesar la pared intestinal, tampoco se produce reacción. Pero, a menudo, van juntas.

¿Cuándo se produce una digestión incompleta de las proteínas?
Deficiencia enzimática: hay individuos que no segregan suficientes enzimas digestivas para el tipo de dieta que toman. Si la insuficiencia es ligera, quizá puede ayudarse a la digestión tomando plantas estimulantes de las secreciones digestivas, o tomando alimentos muy enzimáticos (como el Miso que es un fermento de soja).
Insuficiente masticación: una masticación insuficiente hace que la superficie expuesta a las enzimas digestivas sea más reducida, dificultando su correcta digestión. Eso es especialmente frecuente en el caso de la carne, difícil de triturar completamente. Esto dará lugar a un mayor grado de putrefacción de las heces.
Proteínas de la leche: la proteína de la leche (caseína) es difícil de digerir para los adultos. La caseína inicia su digestión en el estómago, por la acción de la renina gástrica, enzima cuya secreción disminuye con la edad, tornándose insuficiente en muchos casos. Por otra parte, la leche neutraliza la acidez gástrica, lo que dificulta aún más su digestión.
Respuesta alérgica ligada a los grupos sanguíneos: un dato a tener en cuenta es el que propone Peter D"Adamo, autor de "Los grupos sanguíneos y la alimentación", según el cual el organismo puede reaccionar ante determinadas lectinas presentes en los alimentos, en función de su grupo sanguíneo.
¿Qué factores influyen en el estado de la mucosa intestinal?
La hiperpermeabilidad intestinal ocurre cuando las paredes intestinales se inflaman, son atacadas por sustancias dañinas fruto de una excesiva putrefacción intestinal, o cuando la dieta es insuficiente en sustancias protectoras. Aumentan la permeabilidad intestinal:

Exceso de grasas animales: las grasas saturadas animales, incluida la mantequilla, contienen ácido butírico, que degrada la vitamina F (ácidos grasos poliinsaturados) y actúa como permeabilizante de la pared intestinal.
Exceso de proteína animal: los alimentos animales se pudren, los vegetales fermentan. Las bacterias ayudan a completar la descomposición de los alimentos en la parte media del intestino delgado.
Algunos medicamentos: los antibióticos, que dañan la flora intestinal beneficiosa; las aspirinas, que son corrosivas para la mucosa digestiva (por eso no deben tomarse con el estómago vacío); las drogas esteroideas. Los aditivos alimentarios pueden tener muy variados efectos sobre la mucosa.
Son irritantes de la mucosa intestinal el café, el cacao, el alcohol, el tabaco, el azúcar, algunas especias.
Intolerancias alimentarias: que causan fermentación de aquellos nutrientes que no pueden digerirse correctamente (lactosa, gluten, caseína, etc.), cuyos subproductos (entre otros alcohol) irritan la mucosa.
Insuficiente aporte de ácidos grasos poliinsaturados (omega-3 y omega-6), que confieren elasticidad y adaptabilidad a las membranas de las células intestinales, lo que también influye en el grado de permeabilidad de la mucosa.
Insuficiente aporte de carotenos y/o vitamina A: esenciales para preservar el buen estado de piel y mucosas; vitamina E, antioxidante de las grasas y por tanto protector de las membranas celulares; y vitamina C, antioxidante y necesaria para el mantenimiento del tejido conjuntivo.
Una dieta con abundantes alimentos vegetales: verduras, cereales integrales, legumbres, algas... promueven el desarrollo de bacterias intestinales beneficiosas: lactobacilus acidofilus, y Bifidus, que además ayudan a mantener a raya la población de bacterias como Escherichia Coli, y de hongos como las Cándidas.
Alergias e intolerancias
Hay que distinguir las alergias alimentarias, con participación del sistema inmunitario, de las intolerancias, es decir, dificultad para digerir algún alimento en especial, como ocurre en la intolerancia a la lactosa. En este caso los síntomas son digestivos (hinchazón abdominal, diarrea, gases), si bien es cierto que una intolerancia puede contribuir a una alergia, en la medida en que puede irritar e inflamar el intestino.

Los alérgenos más frecuentes son los lácteos, trigo, chocolate, mariscos, huevos.

Efectos a distancia
Si molestos son los trastornos locales que pueden causar estas alergias alimentarias (gases, hinchazón abdominal, eructos, diarrea...), no hay que desdeñar el papel que pueden desempeñas en trastornos inflamatorios más generales, los cuales puede agravar debido a: Una sobrecarga del sistema inmunitario, que tiene que hacer frente diariamente a una irrupción de antígenos procedentes de la alimentación.