miércoles, 28 de marzo de 2012

VITAMINA D


Al menos una vez a la semana, alguien, regularmente una mujer de más de 50 años de edad, me pregunta sobre la vitamina D. quizá una revisión de rutina ha revelado una deficiencia, provocando que el médico recomiende un suplemento que se vende sin receta o, en casos graves, grandes dosis con receta para corregir el problema.

A menudo, sin embargo, la preocupación es la salud ósea. Sin vitamina D, el cuerpo no puede absorber adecuadamente el calcio, y los huesos se vuelven frágiles. En la reunión anual de la Academia Estadounidense de Cirujanos Ortopédicos en febrero, investigadores reportaron que entre 889 pacientes adultos tratados por una fractura en el centro de traumatología de Missouri, los niveles sanguíneos de vitamina D fueron “insuficientes” en 78 por ciento y “francamente deficientes” en 39 por ciento. El grupo d

e estudio excluyó a aquellos con factores de riesgo conocidos para una deficiencia de vitamina D.

Un segundo reporte, realizado por médicos en Seúl, Corea del Sur, encontró que los niveles de vitamina D fueron “significativamente más bajos” entre 104 mujeres postmenopáusicas que se habían roto la muñeca que entre 107 mujeres de igual edad sin una fractura.

Pero cada vez con más frecuencia recibo preguntas respecto de investigación que sugiere que elevados niveles sanguíneos de vitamina D podrían proteger contra enfermedades crónicas o que amenacen la vida. Muchos estudios en los últimos años han vinculado los niveles bajos con riesgos de salud como enfermedades cardiacas, hipertensión, cáncer, artritis reumatoide y otras enfermedades autoinmunes, provocando que muchos hombres y mujeres conscientes de su salud pensa
ran que los suplementos de vitamina D son protectores.

Qué lástima, sigue sin hacer ensayos clínicos controlados al azar a gran escala – el estándar de oro de la investigación humana – que prueben o desaprueben el valor de los suplementos de vitamina D más allá de sus bien conocidos beneficios para la salud ósea.

Sin embargo, el doctor Kevin A. Fiscella, un especialista en salud pública y médico familiar en la Universidad de Rochester, ha decidido tomar 1,000 unidades internacionales de vitamina D cada día, en base a datos de sus estudios que vinculan las disparidades raciales en los niveles de vitamina D con el riesgo de enfermedades y su creencia de que “no hace daño pero podría ayudar”.

UNA VITAMINA CON AMPLIA INFLUENCIA

En una entrevista, Fiscella enfatizó que sus conclusiones sugieren firmemente, pero no prueban, que las deficiencias de vitamina D causan o contribuyen a enfermedades como el cáncer colorectal, la hipertensión y enfermedades renales y cardiacas, que afectan a los estadounidenses afroamericanos a tasas más elevadas que a los blancos. Las conclusiones son apoyadas por los efectos biológicos conocidos de la vitamina D y por el hecho de que ocurren extendidas deficiencias de vitamina D entre los afroamericanos que viven en el Hemisferio Norte.

Casi todos los tejidos corporales tienen receptores para la vitamina D. entre ellos los intestinos, el cerebro, el corazón, la piel, los órganos sexuales, los senos y los linfocitos, así como la placenta. La vitamina, que actúa como una hormona, es conocida por influir en la expresión de más de 200 genes.

En estudios de laboratorio, se ha demostrado que tiene actividad anti-cancerígena, inhibiendo el crecimiento y propagación de los tumores. También hay evidencia sugerente pero inconcluyente de que la deficiencia de

vitamina D desempeña un papel en el asma, la diabetes Tipo 2, las enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple y la artritis reumatoide, la pre-eclampsia y el bajo peso al nacer, y trastornos neurosicológicos como depresión, autismo y pérdida de memoria. La vitamina D es un nutriente esencial soluble en grasa que entra naturalmente en el cuerpo principalmente a través de la piel, donde la radiación ultravioleta B en la luz solar estimula la producción de previtamina D. Esta, a su vez, se convierte a la forma activa biológicamente, la hormona vitamina D, en los riñones.

Muy pocos alimentos contienen naturalmente niveles significativos de vitamina D; principalmente son pescados de agua fría grasosos, como el salmón, la macarela, la anchoa, las anchoas, las sardinas y el atún, así como el aceite de hígado de bacalao. Algunos alimentos están fortificados con la vitamina, especialmente la leche, la fórmula infantil y, más recientemente, algunas marcas de jugo de naranja, yogur, queso y el cereal para el desayuno.


Varios factores trabajan contra el alcance de los niveles de vitamina D que se sabe evitan la pérdida ósea, ya no digamos otras enfermedades para las cuales no se ha establecido una causa y efecto.

Uno es el color de la piel. La piel oscura evolucionó en el Africa ecuatorial, donde el sol es intenso todo el año y una breve exposición diaria a los UVB (los rayos quemantes del sol) es suficiente para lograr los niveles sanguíneos adecuados de vitamina D. pero la melanina en la piel actúa como un bloqueador solar natural, y entre los afroamericanos que viven en Estados Unidos, donde el sol es menos intenso, se produce menos vitamina D.

Los estudios de Fiscella, basados en miles de participantes adultos en el Sondeo Nacional de Examen de Salud y Nutrición realizado de 2001 a 2006, revelaron tasas mucho más altas de deficiencia de vitamina D entre los afroamericanos no hispanos que los blancos no hispanos. Además, en estudios separados, niveles menores de vitamina D entre los afroamericanos en todo el país fueron asociados con una mayor incidencia de cáncer colorectal, hipertensión, proteína en la orina (un precursor de las enfermedades renales) y muertes cardiovasculares.

EVITANDO LA DEFICIENCIA

Las advertencias sobre las consecuencias cosméticas y cancerosas de la exposición solar indebida ha provocado que millones de estadounidenses conscientes de su salud se protejan de los UVB con prendas protectoras y el uso liberal de bloqueador solar en la piel expuesta,

dificultando la generación de vitamina D.

Además, como la vitamina D se almacena en la grasa corporal, el drástico aumento en la obesidad en este país está poniendo a más personas, sin importar su color de piel, en riesgo de niveles inadecuados de vitamina D en el suero sanguíneo.

Finalmente, el consumo de leche ha declinado significativamente, y la mayoría de los demás productos lácteos populares no están fortificados con vitamina D.

Como resultado, crecientes números de estadounidenses de piel clara están encontrando que ellos tampoco están recibiendo suficiente vitamina D para llevar sus niveles de suero a 20 nanogramos por mililitro, el nivel considerado adecuado por el Instituto de Medicina, e incluso menos alcanzan los 30 nanogramos, el nivel que muchos especialistas óseos e investigadores de la vitamina D con
sideran más deseable.

Un ensayo clínico controlado por placebos llamado Vital, patrocinado por los Institutos Nacionales de Salud y que debe ser completado en 2016, está evaluando el efecto de un suplemento diario de 2,000 IU de vitamina D sobre el riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas, cáncer y apoplejías entre 20,000 hombres mayores de 50 años y mujeres de más de 55 sin historial previo de estas enfermedades.

Mientras tanto, la Sociedad de Endocrinología recomienda que las personas en riesgo de deficiencia de vitamina D sean analizadas para determinar sus niveles de suero, incluidas aquellas con enfermedad ósea, enfermedad renal crónica, falla hepática, síndromes de mala absorción (que resultan de la fibrosis quística, el trastorno de intestino irritable, la cirugía para reducción de peso o la radiación abdominal), paratiroide sobreactiva y trastornos que forman granuloma. La gente que toma medicamentos como anticonvulsivos, glucocorticoides, antirretrovirales, antimicóticos y colestiramina también deberían someterse a análisis, así como los adultos mayores con un historial de caídas o fracturas no traumáticas.

Ciertos grupos en riesgo de una deficiencia también justifican un análisis: afroamericanos, niños y adultos obesos, y mujeres embarazadas o amamantando.