jueves, 22 de enero de 2009

APRENDA A IDENTIFICAR LAS SEÑALES DE SU CUERPO


Pocas personas han enfrentado un episodio crítico, sin embargo, en esos momentos, saber qué hacer y cómo reconocer la gravedad de la situación puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

Los signos vitales son usados en medicina para poder lograr definir los riesgos. La alteración de éstos se debe a dos causas internas o externas.

El corazón responde si la persona está pasando por un momento de estrés. En estas circunstancias se produce la liberación de ciertas hormonas que alteran la frecuencia cardiaca y la presión arterial.

Según los expertos, los signos vitales tienen un rango de normalidad, y se deben medir en reposo. Cuando uno o más de estos valores se sale del rango, es una indicación de que algo está ocurriendo: es necesario investigar. El compromiso de la vida depende de la causa que provoca la alteración.

Paso a paso: Pulso

El pulso refleja la cantidad de latidos o bombeos que hace por minuto el corazón. Esto se relaciona con la cantidad de sangre, oxígeno y nutrientes que el cuerpo está demandando en ese momento.

Si se necesita mayor cantidad de sangre, el corazón compensa de dos maneras: aumentando la frecuencia de los latidos, es decir, entregando más sangre por minuto; y aumentando el volumen de sangre que expulsa cada latido.

Para medirlo, se colocan los dedos índice y medio de una mano a nivel de la muñeca del otro brazo, hacia el lado del dedo pulgar, con la palma mirando hacia arriba. Hay que contar la cantidad de pulsaciones o latidos durante un minuto usando un reloj con segundero o pidiendo ayuda a otra persona. Esto se debe hacer en reposo, para obtener las pulsaciones reales, ya que estas se ven alteradas por el ejercicio.

El pulso puede aumentar por la fiebre, por ejercicios físicos muy demandantes, y si no está relacionada a estas variables, puede ser un indicador de otros problemas.

Si la frecuencia aumenta mucho, 170 latidos por minuto, el corazón no es capaz de llenarse antes de contraerse nuevamente, en la práctica se refleja en bajos volúmenes de sangre circulante y puede provocar desmayos.

En caso contrario, es decir, si el pulso está bajo en reposo, puede reflejar una enfermedad del marcapasos interno del corazón, frecuencias muy bajas, de 30 o menos pulsaciones, pueden manifestarse por desmayos. En algunos de estos casos, el cardiólogo puede indicar un marcapasos para solucionar este problema.

Finalmente, un pulso irregular, aunque los latidos estén en el rango de normalidad, puede ser evidencia de una arritmia cardiaca que en todos los casos es necesario estudiar y, en ocasiones, tratar.

Frecuencia respiratoria

Se mide contando la cantidad de inspiraciones en un minuto. Cuando la respiración es rápida y superficial, superior a 20 respiraciones por minuto, se llama taquipnea. Cuando es muy lenta, inferior a 10 por minuto, ocurre la bradipnea. Para tener un indicador certero es necesario medir la cantidad de aire inspirado y la regularidad de las respiraciones, la irregularidad puede indicar una patología.

El ejercicio o la fiebre también provocan un aumento de la respiración, para suplir la mayor demanda de oxígeno del cuerpo. Cuando el aumento no es provocado por estas causas, puede reflejar problemas a nivel pulmonar. Hay que tener especial cuidado con la irregularidad de las respiraciones en lactantes y en personas de la tercera edad. Es recomendable consultar ante cualquier alteración que ellos puedan tener.

Temperatura corporal

Para medirla, se usan termómetros de mercurio. Algunos de los síntomas aparecen a simple vista: quienes tienen la baja temperatura tienen la piel fría, pueden tiritar con fuerza o perder el conocimiento. En cambio, las altas temperaturas se presentan con enrojecimiento de la piel, zonas con mucho calor, como la frente, la parte posterior del cuello y el estómago; manos y pies fríos, ojos vidriosos, sensación de malestar en general y, en casos extremos, puede provocar convulsiones.

La baja excesiva de la temperatura es la hipotermia, esto ocurre cuando una persona tiene menos de 36°, y ocurre principalmente cuando quien la padece ha estado expuesto a bajas temperaturas sin protección. Si no es tratada a tiempo, puede provocar incluso la muerte.

En cambio, cuando la temperatura sobrepasa los 37.5°, se presenta la hipertermia o fiebre, que en la mayoría de los casos es una respuesta del sistema ante una infección: al aumentar la temperatura, algunos gérmenes disminuyen su actividad metabólica, lo que dificulta su supervivencia; también se activa el sistema inmune.

Al igual que con los otros indicadores, las fiebres muy altas en lactantes o en adultos mayores deben ser evaluadas por un doctor de manera urgente.

La fiebre también puede ser provocada por exposición prolongada al calor, sin medidas de protección e hidratación, produciendo insolación. La hipertermia lleva a la deshidratación, lo que produce un desbalance de las sales del cuerpo y que si no tratada a tiempo puede ser fatal.

Por último, otras causas de fiebre pueden ser reacciones alérgicas a medicamentos o enfermedades autoinmunes.

Presión Arterial

Es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes arteriales. La presión arterial se mide en reposo con un aparato que se llama esfingomanómetro y un estetoscopio. Actualmente también existen aparatos que la miden automáticamente.

Cuando los rangos son altos, el paciente es considerado hipertenso. Si es baja, se denomina hipotenso, que se puede presentar en casos de hemorragias o infecciones graves, por lo que requiere evaluación médica urgente.

Los síntomas de que una persona tiene problemas de presión no son muy concretos: silbidos en los oídos, sensación de abombamiento en la cabeza, cansancio y dificultades para respirar son algunos descritos por quienes tienen hipertensión: en caso contrario, se presenta sensación de cansancio, frío y desfallecimiento.

Para evitar los problemas con la presión es necesario controlar los factores de riesgo cardiovasculares, que son la obesidad, el sedentarismo, y la dieta.