Un científico en Bethesa, Maryland, cree haber descubierto el secreto para sentirnos felices. él considera su hallazgo tan poderoso como para cambiar el mundo.
Su nombre es Joseph Hibbeln. Es jefe del Servicio de Salud Pública en Estados Unidos, médico y bioquímico. Después de 20 años de investigación, está convencido de que los ácidos grasos Omega–3, tienen el potencial de aumentar el sentimiento de felicidad, disminuir el de depresión, reducir el estrés y ayudarnos a tratar una amplia variedad de problemas emocionales y mentales.
Es más, el doctor Hibbeln está convencido de que si la gente incrementara el consumo de Omega–3, se produciría una importante reducción en las tasas de homicidio, suicidio, violencia, conducta agresiva, sentimientos de desesperanza y desórdenes de personalidad.¿Los necesitaremos?
La razón por la que 99 por ciento de la población del siglo XXI tiene carencia de Omega–3, vitales para el cerebro, es que se encuentran principalmente en animales que la sociedad moderna ya no consume, como ballena, foca, morsa, trucha ártica, peces salvajes, y en plantas silvestres que tampoco ingerimos. Además, hemos incrementado el consumo de aceites refinados como los de maíz, soya, girasol que contienen Omega–6; mismos que compiten con los Omega–3 y les restan todos sus beneficios.
¿Qué hacen los Omega–3?
Además de controlar tu función genética, regular tu sistema inmunológico y mejorar tu metabolismo, estos ácidos grasos son un componente vital de la membrana que cubre cada uno de los 100 trillones de células del cuerpo. Sin ellos, no pueden comunicarse los mensajes adecuados entre una célula y otra. Simplemente, sin Omega–3 nuestro cerebro no funcionaría. Todo lo anterior lo afirma otro experto, el doctor Mark Hyman, en su libro The UltraMind Solution.
Actualmente, las únicas fuentes de Omega–3 son leche materna, pescados salvajes grasos, algas marinas, linazas, aceite de hígado de bacalao, nueces de castilla, huevos de gallina a la que se le alimentado con linaza y comida a base de pescado.
¿Cómo exactamente benefician los Omega–3 a la salud del cerebro y a la emocional?
Los expertos no están seguros de cómo operan los Omega–3 en nuestro organismo. Sin embargo, tienen muchas hipótesis. Pueden elevar los niveles de neurotransmisores: serotonina, que se asocia con la reducción de depresión, suicidio y conducta agresiva; dopamina, que controla los procesos de "recompensa" del cerebro.
Los Omega–3 pueden elevar el flujo de sangre al cerebro, proteger a las células y promover su salud. Asimismo, reducen la inflamación cerebral, asociada con problemas como autismo, Alzheimer, depresión y Déficit de Atención e Hiperactividad.
Desafortunadamente, en el mundo tóxico de hoy, algunos pescados contienen altos niveles de mercurio y otros contaminantes que causan problemas de salud. La buena noticia es que hay "pescados y productos marinos buenos" altos en Omega–3 y bajos en contaminantes como anchoas, macarela del Atlántico, ostiones de granja, pez espada de Alaska y Canadá, salmón de Alaska, sardinas, trucha de granja y atún.
Para concluir, el doctor Mark Hyman nos dice algo contundente: "Estás tan sano como lo estén las membranas que cubren tus células. En ellas se lleva a cabo toda la ‘comunicación’ biológica de tu cuerpo y los Omega–3, forman la estructura básica de todas las membranas de tus células."
Así pues, querido lector, te invito a consumir más Omega–3; por lo pronto, ya lo estoy haciendo para comprobar si así logro vivir con menos estrés.