Hablar de salud intestinal inmediatamente nos recuerda lo importante que es la fibra para el tránsito intestinal, pero hay mucho más. En el intestino acontece la mayor parte de la digestión de los alimentos, pero además, la mucosa intestinal realiza la primera criba "esto vale - esto no vale" de los alimentos digeridos. Si la digestión no se realiza completamente, y la criba intestinal no puede realizarse correctamente, es posible que sustancias no deseables o parcialmente digeridas se introduzcan en el sistema, produciendo una respuesta y dando trabajo extra a nuestro sistema inmunitario.
La mucosa intestinal está compuesta por una sola capa de células, que se renueva cada dos días. Sólo 25 milésimas de milímetros separan el contenido intestinal de la sangre. Dada la extrema delgadez de esta "piel", de su estado va a depender que se pueda hacer una adecuada selección de lo que debe, o no debe, ingresar en el torrente sanguíneo o linfático. Su estado tiene, pues, repercusiones generales, que van mucho más allá de si tenemos o no "estreñimiento".
En la primera parte del intestino delgado, el duodeno, tiene lugar la mayor parte de la digestión de los hidratos de carbono (iniciada en la boca), de las proteínas (iniciada en el estómago) y de las grasas. En el intestino delgado es también donde tiene lugar la absorción de los nutrientes, que atraviesan las paredes intestinales para ingresar en la circulación sanguínea y linfática.
Un trastorno bastante frecuente, que a menudo pasa desapercibido, es la excesiva permeabilidad de la pared intestinal, que permite el paso de moléculas demasiado grandes al sistema. Cuando estas moléculas son de proteínas parcialmente digeridas, el sistema detecta su presencia, creando una respuesta inmunitaria para neutralizar al "enemigo". Son las alergias alimentarias. No hay respuesta inmunitaria, en cambio, cuando la digestión se ha realizado correctamente, y las proteínas se han descompuesto totalmente en sus componentes básicos: los aminoácidos.
Las consecuencias de esta "invasión" pueden ser locales: inflamación, gases, diarreas..., pero también generales, especialmente cuando ya existe un terreno alérgico e inflamatorio, que puede contribuir a empeorar. Algunos autores, ("La Methode Kousmine". Ed. Jouvence) han señalado la conexión entre las alergias de origen alimentario, y dolencias asociadas, como asma o eccema, o incluso enfermedades autoinmunes.
Para que exista una alergia alimentaria, se han de dar las dos condiciones:
- Una digestión incompleta de las proteínas.
- Una excesiva permeabilidad intestinal.
Si existe hiperpermeabilidad intestinal, pero las proteínas se digieren completamente, no hay reacción alérgica. Si algunas de las proteínas no se digieren completamente, pero no pueden atravesar la pared intestinal, tampoco se produce reacción. Pero a menudo van juntas.
Cuando se produce una digestión incompleta de las proteínas
- Deficiencia enzimática: hay individuos que no segregan suficientes enzimas digestivas para el tipo de dieta que toman. Si la insuficiencia es ligera, quizá puede ayudarse a la digestión tomando plantas estimulantes de las secreciones digestivas, o tomando alimentos muy enzimáticos (como el Miso que es un fermento de soja) En caso de insuficiencia más severa, puede ser de ayuda tomar algún preparado enzimático.
- Insuficiente masticación: una masticación insuficiente hace que la superficie expuesta a las enzimas digestivas sea más reducida, dificultando su correcta digestión. Eso es especialmente frecuente en el caso de la carne, difícil de triturar completamente. Esto dará lugar a un mayor grado de putrefacción de las heces.
- Proteínas de la leche: la proteína de la leche (caseína) es difícil de digerir para los adultos. La caseína inicia su digestión en el estómago, por la acción de la renina gástrica, enzima cuya secreción disminuye con la edad, tornándose insuficiente en muchos casos. Por otra parte, la leche neutraliza la acidez gástrica, lo que dificulta aún más su digestión.
- Respuesta alérgica ligada a los grupos sanguíneos: un dato a tener en cuenta es el que propone Peter D"Adamo, autor de "Los grupos sanguíneos y la alimentación", según el cual el organismo puede reaccionar ante determinadas lectinas presentes en los alimentos, en función de su grupo sanguíneo. Merece la pena experimentar, especialmente con aquellos alimentos de consumo muy frecuente, como es el caso de los cereales (pan, etc.) Los individuos del grupo 0 serían, en principio, los que más tendencia tendrían a padecer trastornos de colon.
Qué factores influyen en el estado de la mucosa intestinal
La hiperpermeabilidad intestinal ocurre cuando las paredes intestinales se inflaman, son atacadas por sustancias dañinas fruto de una excesiva putrefacción intestinal, o cuando la dieta es insuficiente en sustancias protectoras. Aumentan la permeabilidad intestinal:
- Exceso de grasas animales: las grasas saturadas animales, incluida la mantequilla, contienen ácido butírico, que degrada la vitamina F (ácidos grasos poliinsaturados) y actúa como permeabilizante de la pared intestinal. Además, el exceso de grasas, fritos, etc. puede provocar una excesiva secreción de bilis, que dañe la pared intestinal.
- Exceso de proteína animal: los alimentos animales se pudren, los vegetales fermentan. Las bacterias ayudan a completar la descomposición de los alimentos en la parte media del intestino delgado. La población de nuestra flora intestinal es 10 veces superior al número de células de nuestro cuerpo, lo que da idea de su importancia.
- Algunos medicamentos: los antibióticos, que dañan la flora intestinal beneficiosa, las aspirinas, que son corrosivas para la mucosa digestiva (por eso no deben tomarse con el estómago vacío), las drogas esteroideas. Los aditivos alimentarios pueden tener muy variados efectos sobre la mucosa.
Son irritantes de la mucosa intestinal el café, el cacao, el alcohol, el tabaco, el azúcar, algunas especias. Hay muchas personas que son estreñidas pero no lo saben, porque el café y/o la leche que consumen les produce heces blandas. Ambos acontecimientos pueden contrarrestarse, dando una apariencia de normalidad... y ponerse de manifiesto el día que no toman café. - Intolerancias alimentarias: que causan fermentación de aquellos nutrientes que no pueden digerirse correctamente (lactosa, gluten, caseína, etc.), cuyos subproductos (entre otros alcohol) irritan la mucosa.
Insuficiente aporte de ácidos grasos poliinsaturados (omega-3 y omega-6), que confieren elasticidad y adaptabilidad a las membranas de las células intestinales, lo que también influye en el grado de permeabilidad de la mucosa. Dada la rapidez con que ésta se regenera, es necesario un aporte diario de estos nutrientes. Los omega-3 son especialmente interesantes por ser precursores de las prostaglandinas de la serie 3, que intervienen controlando las inflamaciones. - Insuficiente aporte de carotenos y/o vitamina A: esenciales para preservar el buen estado de piel y mucosas; vitamina E, antioxidante de las grasas y por tanto protector de las membranas celulares; y vitamina C, antioxidante y necesaria para el mantenimiento del tejido conjuntivo.
La insuficiencia de elementos estructurales y protectores debilitan la membrana de las células de la mucosa, volviéndola frágil y poco eficaz en su labor de filtro. - Una dieta con abundantes alimentos vegetales: verduras, cereales integrales, legumbres, algas... promueven el desarrollo de bacterias intestinales beneficiosas: lactobacilus acidofilus, y Bifidus, que además ayudan a mantener a raya la población de bacterias como Escherichia Coli, y de hongos como las Cándidas. Estas últimas son favorecidas por un exceso de alimentos cárnicos, y cuando su población aumenta, pueden causar daños en la mucosa intestinal. Es conocido el hecho de que a mayor consumo de carnes, mayor la probabilidad de padecer cáncer de colon.
Alergias e intolerancias
Hay que distinguir las alergias alimentarias, con participación del sistema inmunitario, de las intolerancias, es decir, dificultad para digerir algún alimento en especial, como ocurre en la intolerancia a la lactosa. En este caso los síntomas son digestivos (hinchazón abdominal, diarrea, gases) Si bien es cierto que una intolerancia puede contribuir a una alergia, en la medida en que puede irritar e inflamar el intestino.
Los alérgenos más frecuentes son los lácteos, trigo, chocolate, mariscos, huevos.
Efectos a distancia
Si molestos son los trastornos locales que pueden causar estas alergias alimentarias (gases, hinchazón abdominal, eructos, diarrea...), no hay que desdeñar el papel que pueden desempeñas en trastornos inflamatorios más generales, los cuales puede agravar debido a:
Una sobrecarga del sistema inmunitario, que tiene que hacer frente diariamente a una irrupción de antígenos procedentes de la alimentación.
Una mayor filtración de sustancias dañinas a través del intestino hiperpermeable, con la consiguiente sobrecarga hepática y sistémica.
Todo esto nos ayuda a entender de qué manera un problema aparentemente local (intestinal), puede tener, sin embargo, repercusiones generales. También nos da la esperanza de que mejorar nuestro terreno a través de la alimentación puede contribuir a mejorar el pronóstico de tan incómodos trastornos.