Las isoflavonas son sustancias vegetales secundarias, con elementos fitoestrogénicos que funcionan como protectores y que se pueden encontrar principalmente en la soja.
Estas sustancias tienen grandes beneficios en la salud. Las isoflavonas:
• Previenen algunos tipos de cáncer como el de próstata, mama y colon.
• Previenen la osteoporosis, ayudando a mantener la densidad de los huesos.
• Reducen el riesgo cardiovascular.
• Ayudan en la menopausia, reduciendo sus síntomas y los trastornos asociados a este momento como sofocos, sequedad vaginal, calores nocturnos, irritabilidad, ansiedad, fatiga, etc.
Esto se ha comprobado debido que en algunos lugares como Asia, donde se consumen altas cantidades de isoflavonas, hay muy poca incidencia de estos padecimientos.
¿Cómo actúan?
Al tratarse de sustancias vegetales secundarias pueden actuar como estrógenos (hormona sexual que interviene en el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios femeninos). La podemos encontrar en la soja, lentejas, garbanzos, alfalfa, col, trigo y lino entre otros alimentos.
Las isoflavonas son biológicamente inactivas en su forma natural, pero en el momento de ser ingeridas las bacterias de la flora intestinal actúan sobre ellas rompiendo o hidrolizando su estructura molecular. Cuando sufren esta transformación se fijan en los receptores hormonales e inician su actividad terapéutica.
Se debe tener en cuenta que estas sustancias tienen una vida activa de entre siete u ocho horas en el plasma sanguíneo, para luego ser desechadas por el mismo organismo. Para recibir los beneficios o usarlas con fines terapéuticos es recomendable recibir dosis diarias. Hay que considerar que los efectos dependen del metabolismo de cada persona y de la hidrólisis por las bacterias intestinales, además del tránsito intestinal, la edad, el grupo étnico al que se pertenece, las drogas, el ph intestinal, la dieta y la presencia o no de enfermedades intestinales e inmunidad del huésped.
La Soya y las Isoflavonas
Existen 1000 tipos de isoflavonas en los vegetales, aunque se encuentran casi exclusivamente en las semillas de soja. En cada 100 gramos de soja hay 300 mg de estas sustancias, mientras que en muchas otras leguminosas tan solo encontramos sólo 5 mg. La calidad y composición de isoflavinas en la soja varia según el producto o derivado de esta legumbre. Por ejemplo, al procesar el poroto de soja, en forma casera o industrial, mejora la biodisponibilidad de estas sustancias. El isoflavonas de la soja fermentada como las que encontramos en el tamari, salsa de soja común o shoyu, el miso y el tempeh, son mucho más efectivas y se absorben mejor que las obtenidas de la soja normal.
El trébol rojo contiene también grandes cantidades de compuestos de isoflavona, como la genisteina, que tiene propiedades estrogénicas suaves. Su efecto es muy similar al de la soja.
Adolescencia y consumo
En el caso de la mujer ingerirlas durante la pubertad cuando esta en periodo de desarrollo de sus características sexuales, es muy benéfica. En cuanto a los hombres, ayuda a reducir el riesgo de cáncer de próstata. Además, el consumo de soja favorece la absorción de calcio, mejora el sistema inmunológico al producir una mayor actividad de los glóbulos blancos. Además, disminuye el riesgo cardiovascular y disminuye los niveles de colesterol nocivo.
Precauciones:
Como en todo, cuando un producto parece prometedor, se comienza una venta muchas veces abusiva. Las isoflavonas se venden de diferentes actualmente en cápsulas o comprimidos, pues se dice aumenta su concentración y se obtienen beneficios más rápidos. Sin embargo, no hay que olvidar que la naturaleza pone ciertos elementos combinados con otros para así formar un equilibrio sabio de elementos nutricionales en lo que ofrece. Cuando este equilibrio se altera, entonces tenemos algo que podría parece una ventaja, “muchas isoflavonas juntas” pero por el otro lado podría ser riesgoso pues no se esta consumiendo un alimento completo sino sólo una porción de él y en dosis que pueden resultar un desequilibrio para el cuerpo.