Esta es la conclusión de un trabajo que publica hoy la revista "New Scientist", que destaca que esta mala interpretación de los problemas derivados de no dormir bien hace que miles de personas estén recibiendo tratamientos farmacológicos que no sólo no les ayudan, sino que podrían estar empeorando su condición.
El psicólogo de la Universidad de Berkeley (EEUU) Matt Walker considera "muy preocupante" constatar que un importante porcentaje de personas que sólo sufren trastornos del sueño estén siendo tratadas como si tuvieran una enfermedad psiquiátrica.
El estudio da la vuelta a la conclusión compartida por la mayoría de psiquiatras de que las personas con enfermedades mentales duermen mal y que es un síntoma más del problema, antes que una causa.
"Es fácil decir que es normal que un paciente depresivo o con esquizofrenia no duerma bien y no preguntarse si hay una relación causal en sentido contrario", coincide Robert Stickgold, experto de la unidad del sueño de la Universidad de Harvard (EEUU).
Stickgold afirma que aunque ha habido investigaciones que ofrecen datos para pensar que los malos hábitos de sueño son un factor favorecedor de los trastornos mentales, la línea general de la psiquiatría tendía a no tenerlos en cuenta.
Cita por ejemplo un estudio de 1987 de la Universidad Johns Hopkins (EEUU), que hizo un seguimiento de 1.053 estudiantes de medicina durante los 34 años posteriores a su graduación, 101 de los cuales sufrieron depresión en ese periodo y 13 se suicidaron.
Se comprobó que los ex estudiantes que habían sufrido episodios habituales de insomnio presentaban una posibilidad dos veces mayor de padecer una depresión y los investigadores concluyeron que el insomnio era "indicativo de un mayor riesgo" de sufrir problemas.
Pero Stickgold va más allá y afirma que lo que ese estudio revela es que el insomnio predispone a desarrollar un proceso depresivo.
Dormir mal también puede explicar otros comportamientos característicos asociados a otras enfermedades mentales como los episodios maniacos que sufren las personas con trastorno bipolar o las que presentan problemas de déficit de atención.
Es la falta de sueño el que provoca los problemas y no al revés, algo que es conocido desde tiempo inmemorial por quienes someten a torturas a otras personas, cuya voluntad resulta mucho más quebradiza después de interrumpir su sueño de manera regular tras unos pocos días.
La explicación física es que el sueño interrumpido dispara los niveles de estrés hormonal y que esto causa ansiedad durante el día, pero lo que los científicos se preguntan es por qué también reduce la capacidad del cerebro para procesar emociones y para reaccionar de manera adecuada a los diversos estímulos emocionales.
Otra línea de investigación evidencia que el sueño, particularmente en su fase REM (en la que soñamos), ayuda al cerebro a procesar los recuerdos y que un funcionamiento alterado de este sistema puede derivar en problemas como el estrés postraumático.
La preocupación de los estudiosos que defienden esta línea es que se está abusando del uso de fármacos para tratar a gente que sólo necesita dormir más o mejor, incluidos los menores de edad.
"Se está tratando a algunos niños con medicamentos como el Ritalin cuando su problema es que tienen un trastorno del sueño", advierte Mark Kohler, del Hospital para Mujeres y Niños de Adelaida (Australia).