Una de cada diez personas tiene un nivel alto de colesterol en la sangre debido a una afección hereditaria denominada hiperlidemia secundaria. A veces nuestro organismo, ya sea por hiperliemia, o por otra razón fabrica colesterol aunque no tomemos grasa.
Un caso cada vez más frecuente es el de aquella persona que tras hacerse una analítica observa incrédulo como su colesterol está por las nubes.
En muchos casos la persona lleva una dieta muy correcta y eso despista tanto al médico como al paciente. Al final, una vez descartado un problema de tiroides o alguna medicación, el doctor concluye que "es una disfunción genética" o sea que lo fabricamos nosotros mismos.
La persona se queda bastante frustrada ya que piensa que "para qué vale cuidarse si total igualmente voy a fabricar colesterol".
Una vez ya eliminamos de la dieta aquellos alimentos que normalmente son los responsables del colesterol (los alimentos ricos en grasa animal) hemos de cuidar los hidratos de carbono.
Cada vez hay más profesionales de la salud que intentar limitar los hidratos de carbono de alto nivel glicémico. Son aquellos que cuando los ingerimos aumentan rápidamente y en gran medida los niveles de glucosa de nuestra sangre. Esto provoca que nuestro cuerpo fabrique insulina para combatir esta subida de glucosa. Cuando esto ocurre cada día y estamos sujetos a un alto índice de estrés, la insulina se irá volviendo menos eficaz.
Cuando nuestro organismo no es capaz de asimilar toda esa glucosa se activa el metabolismo de las grasas. Nuestro organismo guardará esa glucosa en forma de grasa en la zona abdominal. Podemos ver a personas con abdomen pronunciado y el resto del cuerpo normal o delgado. Los niveles de colesterol y triglicéridos suben muy ligeramente al principio para ir haciéndolo progresivamente año tras año.
Para conseguir el equilibrio metabólico y favorecer el buen metabolismo de los hidratos de carbono y de las grasas también es básico el aporte de proteínas.
Las personas, ante la noticia de que sufren colesterol o como prevención, disminuyen al máximo la proteína que es responsable del equilibrio entre la hormona Insulina y Glucagón. Es necesario el aporte de proteína como mínimo dos veces al día.
Lo que hemos de conseguir es que esta proteína sea mayoritariamente de origen vegetal (legumbres, algas marinas, frutos secos crudos, levadura de cerveza, germinados, tofu, gluten de trigo o Seitán, Tempeh, etc.). El pescado azul y un poco de queso fresco serán las proteínas animales ideales. Los huevos (uno o dos por semana) nunca se tomarán fritos (ideales cocidos o revueltos).
La pastelería industrial y todos los alimentos con harina blanca (refinada) serán los primeros a evitar.
Hay que intentar no pasar más de 5 ó 6 horas sin comer a fin de no hacer hipoglucemias ya que sino se nos puede disparar la insulina y "fabricar" colesterol.
Consultar con el especialista la conveniencia de tomar o no Cromo y Magnesio.
Si hay un nivel de estrés muy alto igual sería conveniente tomar un suplemento de Antioxidantes (vitamina A, C, E y Selenio). Pedid consejo al especialista.
El sistema nervioso es uno de los factores más importantes ya que cuando estamos muy estresados el cuerpo se descompensa, nos aumentan los niveles de insulina y somos más sensibles a aumentos de colesterol. La relajación, el masaje e intentar tomarnos la vida con más calma son factores esenciales.
Evitad el exceso de azúcar y endulzantes artificiales. El Agave o la Stevia (lástima que en muchos países aún sean difíciles de conseguir) endulzan y además nos ayudan a disminuir el colesterol y los niveles de glucosa en sangre.
El ejercicio de forma regular y siempre que no nos suponga otra forma de estresarnos aún más es uno de los factores que nos puede ayudar mucho.
Por último hemos de recordar que tomar durante muchos meses sin pausa aceites poliinsaturados ricos en omega 6 (como los de Onagra o Prímula) pueden reducir, en algunas personas, sus niveles de omega 3 y aumentar de forma indirecta el colesterol.