Para permanecer en el mercado estadounidense, la empresa Del Valle, propiedad de Coca Cola, fue obligada a corregir sus empaques de néctares ya que engañaban a los consumidores. Por ello, debió sobreponer una pegatina que dice: “Información de la etiqueta corregida”, en la cual admite que estas bebidas, las que le generan sus principales ingresos en México, contienen menos concentraciones de jugo.
Del Valle-CocaCola pretendía llevar el engaño al mercado de Estados Unidos, pero la normatividad de ese país se lo impidió. En cambio, en México los productores de bebidas “de fruta” aprovechan el vacío legal, ya que la normatividad de jugos envasados está detenida y además excluye a los néctares. Este es un aspecto más del jugoso fraude que las empresas cometen con estas bebidas, que promueven como “naturales” y “de fruta”.
Esto sin mencionar que el procesamiento industrial del jugo de las frutas lleva el líquido a un punto en el que difícilmente se podría plantear que un jugo o un néctar envasado sigue siendo una bebida “natural”. Si bien es inaceptable el proceder de las empresas y criticable la falta de acción por parte de las autoridades, que podrían usar elementos legales y normativos para impedir este engaño en los empaques y en la publicidad, los consumidores no podemos dejar todas las acciones en manos de otros. Tenemos de nuestro lado la capacidad para elegir qué consumimos.
En principio, debemos poner más atención en lo que consumimos, aunque también es necesario que existan normas estrictas. Incluso algunos expertos han propuesto que los consumidores seamos advertidos de las consecuencias del consumo de ciertos alimentos, igual que se avisa en los paquetes de tabaco, pues aseguran que COMER MAL ES PEOR QUE FUMAR. Varios nutriólogos señalan que comer mal no sólo produce obesidad, diabetes o problemas cardiovasculares, también deriva en un aumento de alergias e intolerancias y otros trastornos que merman la calidad de vida. Hasta tal punto que, si no se invierte la actual tendencia de alimentación, la Organización Mundial de la Salud prevé algo nunca visto: que los nacidos después del año 2000 tendrán menos esperanza y calidad de vida que los que nacieron antes.
Pese a estos señalamientos, las autoridades mexicanas centran sus recomendaciones en promover la actividad física y prefieren no hablar del deterioro en la alimentación.
Del Valle-CocaCola pretendía llevar el engaño al mercado de Estados Unidos, pero la normatividad de ese país se lo impidió. En cambio, en México los productores de bebidas “de fruta” aprovechan el vacío legal, ya que la normatividad de jugos envasados está detenida y además excluye a los néctares. Este es un aspecto más del jugoso fraude que las empresas cometen con estas bebidas, que promueven como “naturales” y “de fruta”.
Esto sin mencionar que el procesamiento industrial del jugo de las frutas lleva el líquido a un punto en el que difícilmente se podría plantear que un jugo o un néctar envasado sigue siendo una bebida “natural”. Si bien es inaceptable el proceder de las empresas y criticable la falta de acción por parte de las autoridades, que podrían usar elementos legales y normativos para impedir este engaño en los empaques y en la publicidad, los consumidores no podemos dejar todas las acciones en manos de otros. Tenemos de nuestro lado la capacidad para elegir qué consumimos.
En principio, debemos poner más atención en lo que consumimos, aunque también es necesario que existan normas estrictas. Incluso algunos expertos han propuesto que los consumidores seamos advertidos de las consecuencias del consumo de ciertos alimentos, igual que se avisa en los paquetes de tabaco, pues aseguran que COMER MAL ES PEOR QUE FUMAR. Varios nutriólogos señalan que comer mal no sólo produce obesidad, diabetes o problemas cardiovasculares, también deriva en un aumento de alergias e intolerancias y otros trastornos que merman la calidad de vida. Hasta tal punto que, si no se invierte la actual tendencia de alimentación, la Organización Mundial de la Salud prevé algo nunca visto: que los nacidos después del año 2000 tendrán menos esperanza y calidad de vida que los que nacieron antes.
Pese a estos señalamientos, las autoridades mexicanas centran sus recomendaciones en promover la actividad física y prefieren no hablar del deterioro en la alimentación.