- Beba entre seis y ocho vasos de agua al día. Cuando estamos apropiadamente hidratados, la piel se lubrica sola desde dentro.
- No tome duchas calientes largas. Mejor tome duchas tibias y de menos duración. El vapor y el calor de las duchas largas calientes pueden sacar la humedad de la piel y causar resequedad.
- Use lociones y cremas para crear una barrera que proteja su piel de la resequedad. Para mejores resultados, úntese un producto que contenga ingredientes como manteca de karité y petrolato inmediatamente tras la ducha o el baño, cuando la piel aún está húmeda.
- Exfóliese con regularidad. Esto no sólo elimina los parches secos de piel, sino que promueve el crecimiento de nuevas células y aumenta la absorción de los productos de cuidado de la piel. Úntese un humectante después de exfoliarse de manera que la humectación que sale a la superficie no se evapore de inmediato.
- No use jabones o limpiadores agresivos que contengan conservantes, fragancias y lejía, que pueden irritar la piel. En cambio, use productos que contengan glicerina, que atrapa y mantiene la humedad.
- Utilice un humidificador para contrarrestar el aire seco creado por radiadores y otros dispositivos para calentar. Un humidificador en la habitación puede ayudar a combatir la piel seca.
Es mejor cuidar la piel desde el comienzo del invierno, antes de que la resequedad tenga la oportunidad de asentarse. Aunque con frecuencia descuidamos la piel o solo la tratamos por motivos cosméticos, es importante recordar que es un órgano, parte de nuestro cuerpo como cualquier otra cosa, y que requiere cuidado constante.