El niño inadaptado
«La inadaptación es el resultado de la inseguridad vivida de manera angustiosa y desolada en la primera infancia».
Al hablar de niños inadaptados nos estamos refiriendo a sujetos cuya conducta adopta formas de comportamiento socialmente no aceptables, debido a determinados aspectos físicos, psicológicos, afectivos y sociales que siguen actuando sobre él de manera directa.
Familia y entorno social
El primer entorno favorecedor de la adaptación o inadaptación del niño es sin duda su familia. La madre, con su conducta, es a responsable durante al menos los tres o cuatro primeros años de la vida del niño. Diversos trabajos de investigación han puesto de manifiesto que, durante los tres primeros años de la vida, el niño tiene necesidad de un contacto estrecho, físico, psicológico y afectivo con su madre. Ella es su primer juguete, su primer amigo, su primera y más importante fuente de amor, de seguridad, de estímulos. La madre es su primer profesor-educador que e enseña y apoya fundamentalmente con el ejemplo.
La inadaptación es el resultado de la inseguridad vivida de manera angustiosa y desolada en la primera infancia. Por eso es de capital importancia que el pequeño se sienta seguro desde el nacimiento. Las ausencias maternas prolongadas, el descuido en proporcionarle el alimento y los cuidados higiénicos necesarios, el variar los horarios, el despertarle a gritos o de un portazo, el cuidar al niño o estar junto a él cuando se está bajo los efectos del mal humor, de la ira, de la rabia o del despecho... son situaciones muy negativas y traumáticas que van creando en el bebé un estado de permanente inseguridad y de alerta nerviosa, que actuará como un desestabilizador físico, psíquico y afectivo, sentando las bases de una personalidad inadaptada.
La calle puede ser también causa de inadaptación del niño. Es un medio conflictivo por su falta de espacios, su contaminación, su inseguridad, la proliferación de estímulos más negativos que positivos que reclaman constantemente la atención del niño y del adolescente hacia valores e intereses egoístas, despiadados y fríos. La calle es donde se vive constantemente el ejemplo de la violencia y de la falta de respeto y consideración tanto hacia las personas como hacia los objetos, etc.
Convivencia escolar
El tercer entorno favorecedor de la adaptación o inadaptación es la escuela.
El niño sobreprotegido y muy mimado, que no ha logrado nada por sí mismo ni ha sido entrenado por sus padres en las necesarias destrezas sociales, jugando desde bien pronto con otros niños y relacionándose sin proyectar sobre él temores y amenazas, puede presentar problemas de adaptación, al igual que el niño falto de afecto en el hogar, cuando se incorpora a la escuela.
«La inadaptación es el resultado de la inseguridad vivida de manera angustiosa y desolada en la primera infancia».
Al hablar de niños inadaptados nos estamos refiriendo a sujetos cuya conducta adopta formas de comportamiento socialmente no aceptables, debido a determinados aspectos físicos, psicológicos, afectivos y sociales que siguen actuando sobre él de manera directa.
Familia y entorno social
El primer entorno favorecedor de la adaptación o inadaptación del niño es sin duda su familia. La madre, con su conducta, es a responsable durante al menos los tres o cuatro primeros años de la vida del niño. Diversos trabajos de investigación han puesto de manifiesto que, durante los tres primeros años de la vida, el niño tiene necesidad de un contacto estrecho, físico, psicológico y afectivo con su madre. Ella es su primer juguete, su primer amigo, su primera y más importante fuente de amor, de seguridad, de estímulos. La madre es su primer profesor-educador que e enseña y apoya fundamentalmente con el ejemplo.
La inadaptación es el resultado de la inseguridad vivida de manera angustiosa y desolada en la primera infancia. Por eso es de capital importancia que el pequeño se sienta seguro desde el nacimiento. Las ausencias maternas prolongadas, el descuido en proporcionarle el alimento y los cuidados higiénicos necesarios, el variar los horarios, el despertarle a gritos o de un portazo, el cuidar al niño o estar junto a él cuando se está bajo los efectos del mal humor, de la ira, de la rabia o del despecho... son situaciones muy negativas y traumáticas que van creando en el bebé un estado de permanente inseguridad y de alerta nerviosa, que actuará como un desestabilizador físico, psíquico y afectivo, sentando las bases de una personalidad inadaptada.
La calle puede ser también causa de inadaptación del niño. Es un medio conflictivo por su falta de espacios, su contaminación, su inseguridad, la proliferación de estímulos más negativos que positivos que reclaman constantemente la atención del niño y del adolescente hacia valores e intereses egoístas, despiadados y fríos. La calle es donde se vive constantemente el ejemplo de la violencia y de la falta de respeto y consideración tanto hacia las personas como hacia los objetos, etc.
Convivencia escolar
El tercer entorno favorecedor de la adaptación o inadaptación es la escuela.
El niño sobreprotegido y muy mimado, que no ha logrado nada por sí mismo ni ha sido entrenado por sus padres en las necesarias destrezas sociales, jugando desde bien pronto con otros niños y relacionándose sin proyectar sobre él temores y amenazas, puede presentar problemas de adaptación, al igual que el niño falto de afecto en el hogar, cuando se incorpora a la escuela.
sus iguales tiene que aprender un nuevo modo de relación, que evidentemente han de saber propiciar y enseñar los profesores de preescolar y ciclo inicial. La clave está en que el profesor-educador logre que cada uno de los pequeños se sienta importante por algo y note que es apreciado, estimado y aceptado por sus compañeros y su profesor.
No es el niño quien debe acomodarse a las pautas de la escuela o del profesor, sino que es la escuela y cada profesor en concreto los que deberán adaptarse a la realidad concreta de cada niño.
Se trata de formarlo, enriquecerlo y propiciar un desarrollo integral, más que de clasificarlo y etiquetarlo.
La inadaptación escolar se manifiesta en numerosas ocasiones por la indisciplina y por los malos resultados escolares. Hay muchos factores que pueden desencadenarla, como son los horarios sobrecargados, el exceso de deberes, la clase o el mismo colegio si no están adaptados al niño, o el sistema de enseñanza demasiado teórico y que no consigue despertar el interés y el entusiasmo del estudiante.
La adolescencia
La «crisis de la originalidad» del adolescente saca de quicio a padres y educadores en esa persistente manía juvenil de distinguirse y diferenciarse a base de extravagancias. El adolescente se siente abrumado por la realidad de cada día, por las obligaciones y responsabilidades. Los padres y educadores debemos conocer al detalle esta etapa de crisis por la que están pasando nuestros hijos y alumnos y comprender que el paso de la inadaptabilidad a la adaptabilidad juvenil depende en gran medida de la forma en que nos comportemos y reaccionemos ante los desplantes, salidas de tono, llamadas de atención y actitudes extrañas y casi siempre insolentes del joven.
La actitud correcta del adulto ha de ser siempre firme pero comprensiva, serena e inalterable. Lo peor que puede hacer un adulto es ponerse al mismo nivel de desestabilización psicológica del adolescente, gritando, amenazando o vociferando.
Pautas a seguir
1. Escucha a tu hijo atenta y cuidadosamente, y permítele expresarse con tranquilidad y dar sus razones en un ambiente distendido.
2. Explícale la disciplina y la buena conducta con razonamientos, con voz afable y gestos afectuosos pero firmes. No le riñas por ser violento, sucio o inaplicado, sino dile las maldades e inconvenientes de la violencia, de la suciedad y de la vagancia en general.
3. Alábale aquellas conductas que deseas fomentar, y siempre que le corrijas por algo que ha hecho mal, recuérdale a renglón seguido otras ocasiones en que se portó maravillosamente. Que quede muy claro que tiene muchas cosas buenas y que puede superarse.
4. Enséñale y ayúdale a saber marcarse unos objetivos y a cumplirlos. Ayúdale con mucha comprensión a ser más disciplinado.
5. Demuéstrale en la práctica cómo no siempre se puede hacer nuestro capricho y cómo tenemos que saber acomodar nuestras necesidades y deseos a las necesidades y deseos de los demás, saliendo de nuestro egoísmo, pues necesitamos la aprobación y el afecto de quienes nos rodean.
6. Crea siempre expectativas alcanzables, evita derrotismos, ofrece alternativas y deja siempre una puerta abierta a la esperanza.
7. Un niño inadaptado es un niño desgraciado; comienza por hacerle más feliz reconociendo alguno de sus méritos y facilítale las cosas para que le sea sencillo y nada complicado adoptar conductas positivas que alabarás con entusiasmo al instante