Desde hace diez mil años, nuestros genes no han cambiado. Éstos, se pueden expresar en una variedad de formas; antiguamente nos dedicábamos a la recolección de frutos (entre ellos verduras también) la caza y éramos nómadas. Hasta el advenimiento de la agricultura y el dominio sobre el maíz en Mesoamérica la agricultura comenzó a florecer y dejamos de ser pueblos nómadas, para ser más sedentarios. Actualmente cambiamos nuestra antigua alimentación a consumir una gran cantidad de granos, los cuales se fueron refinando a grado tal que los encontramos en todos los alimentos p
rocesados en los supermercados y mercados. Pero, ¿influyen estos alimentos en nuestras enfermedades? La respuesta es : ¡Sí!
Hablando de enfermedades inflamatorias silenciosas (que todos tenemos en menor o mayor grado) y en específico en el desarrollo de cáncer de mama, es prioritario mencionarles una nueva rama en la medicina, esta es la EPIGENÉTICA; esta rama estudia la influencia de la alimentación en la expresión final de nuestros genes. Déjenme les comento a manera muy sencilla esto:
“Quiere decir que podemos utilizar lo que comemos para conectar o desconectar nuestros genes”
Esto se debe a que los mecanismos para la expresión de nuestros genes, muchas veces, han dependido de la presencia de ciertos nutrientes en nuestra dieta. Muchos de estos genes son proteínas de la célula denominados factores de transcripción, que se pueden prender o apagar en especial los relacionados con la inflamación. De éstos, tenemos dos muy conocidos: NF-kappa B (activador de respuesta inflamatoria) y PPAR-gama (que la desactiva).
De los factores que influyen sobre esta respuesta inflamatoria tenemos a la dieta, si ésta es rica en grasas saturadas, estas proteínas in
flamatorias activarán aún más esta respuesta; por este motivo la dieta base de grasas saturadas en la dieta del mexicano promueve respuestas inflamatorias desmedidas, desde Diabetes Mellitus, resistencia a la insulina, cáncer, entre otras, pero, nos ocuparemos de unos de los principales flagelos en la mujer, que es el cáncer de mama.
El efecto inflamatorio se logra porque al saturarse la membrana celular de grasas saturadas, se puede activar el NF-kappa B y esto ¡es una mala noticia!; la buena noticia es que al estar ingiriendo ácidos grasos de cadena larga conocidos
como omega 3 y en especial de krill (que es un pequeño crustáceo rojo), evita esta unión de grasa saturada sobre la membrana celular. Pero déjenme les comento algo: Se conoce de estos cambios en una población que todos conocemos, me refiero a la paradoja Francesa, la cuál esta atiborrada de grasas saturadas, vino y vegetales, bueno pues déjenme decirles que los polifenoles del vino tinto, de las frutas y vegetales así como de los salicilatos incluidos en éstos últimos traen como resultado un ambiente antiinflamatorio, a pesar de nuestro peso y cantidad de células grasas.
Espero que con esta breve explicación de la expresión de muchos de nuestros genes encargados de producir proteínas o substancias pro-inflamatorias se puedan controlar mediante la dieta. No podemos cambiar nuestros genes, pero si su expresión, acarreando como resultado una disminución de la inflamación silenciosa, lo que significa una vida más larga y saludable.