Nuestra genética puede predisponernos a padecer la enfermedad de Alzheimer y hacer que vayamos desarrollando sus síntomas de manera progresiva. El tratamiento de esta dolencia debe ser personalizado.
Pero recordemos que nuestro estilo de vida es fundamental para prevenir o retrasar tan terrible mal.
Podríamos decir casi sin equivocarnos que es una de las dolencias más devastadoras, tanto para los pacientes como para los familiares. El olvido progresivo al que nos aboca el alzhéimer hace que se desdibuje nuestra identidad, nuestras raíces e incluso el propio presente que nos envuelve.
Desde la Asociación Mundial de Medicina Genómica nos indican que casi el 70% de los enfermos de alzhéimer no responde a la medicación.
El poder de las emociones en el alzhéimer
Hay algo que debemos tener muy claro. Si un cuidador trata mal a un paciente de alzhéimer, este no recordará su visita, ni lo que le hizo. Ahora bien, ese gesto inadecuado, esas palabras o trato ejercerá un impacto importante sobre la persona.
¿La razón? El alzhéimer puede hacer que olvidemos el nombre de nuestros hijos, el día en que nos encontramos, si hemos acabado de comer o si somos jóvenes o ancianos, pero los momentos felices siguen guardándose. Y más aún, las personas afectadas reaccionan a los estímulos positivos.
- Si cometemos el error de gritarles, o hacer algo que les haga sentirse tristes, ese sentimiento permanecerá en ellos mucho tiempo. Son muy sensibles a ese tipo de emociones, de ahí la necesidad de utilizar siempre un lenguaje positivo, o valernos del poder de las caricias o los abrazos.
- Los pacientes con alzhéimer reaccionan de forma asombrosa a la música, a las canciones. Despierta un área cerebral vinculada directamente con las emociones, consiguiendo que se abran de nuevo al mundo. Resulta muy positivo.
- La vida emocional de un paciente con alzhéimer está siempre viva. Su memoria ha ido “deshilachándose”, pero el maravilloso poder de las emociones sigue intacto.
Los especialistas nos recomiendan algo muy importante. Si un familiar con alzhéimer nos indica, por ejemplo, que va a ver a su madre, no debemos cometer el error de decirles: “¡Pero si lleva 50 años muerta! ¿Es que no te acuerdas?”
De hacerlo, la persona volverá a sufrir un impacto emocional innecesario. Debemos evitar ocasionarles sufrimientos añadidos.
De hacerlo, la persona volverá a sufrir un impacto emocional innecesario. Debemos evitar ocasionarles sufrimientos añadidos.
¡La carta!
Esta carta fue escrita en 2014 Y se convirtió en algo viral en las redes sociales porque muchos pacientes de Alzheimer en sus primeras fases se identificaron.
Un aspecto que no podemos olvidar es la dureza de la experiencia que deben atravesar todas esas personas que reciben el diagnóstico de esta enfermedad.
Saber que los días van a ir en su contra, que el olvido será inevitable es algo que nos obliga a reflexionar sobre la importancia de valorar todo lo que tenemos ahora. Recordar a quien amamos, y por qué, esta sencilla carta nos lo recuerda.
Querida Julia:
Te escribo ahora, mientras duermes, por si mañana ya no fuera yo el que amanece a tu lado.
En estos viajes de ida y vuelta cada vez paso más tiempo al otro lado y en uno de ellos, ¿quién sabe? Temo que ya no habrá regreso.
Por si mañana ya no soy capaz de entender esto que me ocurre. Por si mañana ya no puedo decirte cómo admiro y valoro tu entereza, este empeño tuyo por estar a mi lado, tratando de hacerme feliz a pesar de todo, como siempre.
Por si mañana ya no fuera consciente de lo que haces. Cuando colocas papelitos en cada puerta para que no confunda la cocina con el baño; cuando consigues que acabemos riéndonos después de ponerme los zapatos sin calcetines; cuando te empeñas en mantener viva la conversación aunque yo me pierda en cada frase; cuando te acercas disimuladamente y me susurras al oído el nombre de uno de nuestros nietos; cuando respondes con ternura a estos arranques míos de ira que me asaltan, como si algo en mi interior se rebelase contra este destino que me atrapa.
Por esas y por tantas cosas. Por si mañana no recuerdo tu nombre, o el mío.
Por si mañana ya no pudiera darte las gracias. Por si mañana, Julia, no fuera capaz de decirte, aunque sea una última vez, que te quiero.
Tuyo siempre,
T.A.M.R.