Cuanto más profundas y numerosas son las arrugas de una mujer después de la menopausia, más frágiles son sus huesos, según revela una nueva investigación de la Universidad de Yale (EE UU).
Estudiando el número y la profundidad de las arrugas del rostro y el cuello de 114 mujeres en torno a 50 años de edad y la firmeza de su piel y midiendo la densidad ósea con un dispositivo de densitometría ósea (DEXA), Lubna Pal y sus colegas han comprobado que las pieles más arrugadas indican que existe mayor riesgo de fractura ósea. Es más, las arrugas que mejor reflejan el estado de los huesos son las que se encuentran entre ambas cejas, sobre la nariz. Por el contrario, cuanto más firme es la piel mayor es la densidad ósea y más resistentes son los huesos de una persona.
Estudiando el número y la profundidad de las arrugas del rostro y el cuello de 114 mujeres en torno a 50 años de edad y la firmeza de su piel y midiendo la densidad ósea con un dispositivo de densitometría ósea (DEXA), Lubna Pal y sus colegas han comprobado que las pieles más arrugadas indican que existe mayor riesgo de fractura ósea. Es más, las arrugas que mejor reflejan el estado de los huesos son las que se encuentran entre ambas cejas, sobre la nariz. Por el contrario, cuanto más firme es la piel mayor es la densidad ósea y más resistentes son los huesos de una persona.
Detrás de esta conexión podría estar una proteína, el colágeno tipo 1, un componente clave tanto de la piel como de los huesos, que se pierde a medida que envejecemos. Esa pérdida se acelera con los cambios hormonales que se experimentan tras la menopausia. Los científicos creen que el estudio, que se ha presentado en la reunión anual de la Sociedad Americana de Endocrinología celebrada en Boston (EE UU)., podría conducir al desarrollo de una nueva forma, sencilla y barata, de identificar el riesgo de fracturas en las mujeres posmenopáusicas.