Desde hace unos años se prodigan las investigaciones científicas que demuestran que muchos pacientes afectados de ansiedad, estrés y depresión sufren dolores físicos, sobre todo de espalda, hombros y cabeza.
"La presencia de síntomas dolorosos en pacientes con ansiedad generalizada es muy frecuente, al igual que sabemos que ocurre en aquellos con depresión", señala Ángel Luis Montejo, del Hospital Universitario de Salamanca (centro de España) y experto en esta problemática psicosomática.
Ansiedad generalizada
Un estudio reciente en el que participaron 7.152 pacientes españoles que acudieron a las consultas de atención primaria por los motivos más dispares, determinó que más del 13 por ciento (981) presentaba ansiedad generalizada, lo que confirma a este trastorno como la segunda enfermedad mental más frecuente en ese nivel asistencial.
Solo un porcentaje menor (el 4,6 por ciento) de los enfermos con ansiedad generalizada y depresión presentan una funcionalidad normal cuando surgen estos síntomas dolorosos.
El fondo de la cuestión es determinar si el origen de las dolencias físicas determina la aparición de las dolencias psíquicas, o viceversa, si bien la gran mayoría de los estudios se inclinan por la segunda posibilidad.
Y ante el dilema de si el dolor es real o provocado por una situación de estrés, depresión o ansiedad, el especialista deberá decidir si el problema se combate con analgésicos, antidepresivos, terapia psicológica, o una combinación de los tres.
La somatización forma parte del peaje de la vida. El miedo a la enfermedad, a los conflictos familiares, a la pérdida de seres queridos o a los problemas laborales, se traduce en molestias que a veces pueden pasar desapercibidas para el médico de cabecera, saturado de demandas y ante cuadros difíciles de diagnosticar.
Un equipo de investigación de la Universidad de León (centro de España) acaba de difundir el trabajo "La salud psíquica de los trabajadores: factores desencadenantes de su deterioro y estrategias para prevenir la enfermedad mental", en el que se informa de que el 60 por ciento de los trabajadores españoles afirma que sufre problemas de salud física y mental a causa del trabajo.
De acuerdo con los datos de esta investigación, el 28 por ciento de la población laboral europea sufre estrés, "la nueva epidemia organizativa del siglo XXI, con graves repercusiones no sólo para la salud de la población ocupada, sino también significativos costes sociales y empresariales".
Fatiga y cefaleas
El informe detalla que los trastornos más frecuentes entre los trabajadores afectados por esta problemática son, además del estrés, la fatiga, cefaleas, irritabilidad, ansiedad y problemas de sueño.
Además, la investigación añade que en los últimos años han aparecido auténticas patologías laborales, como el "burnout" o síndrome del quemado, la "gripe del yuppie" o adicción al trabajo y la "ergodependencia" o dependencia del estrés.
El perfil de las personas que padecen este tipo de dolencias se corresponde con el de "sujetos muy activos, competitivos, agresivos, hostiles, luchadores, tenaces y persistentes, que tratan de alcanzar el nivel más elevado y el mayor número de objetivos en el menor tiempo posible", según se indica en el resumen del trabajo.
Sin embargo, existen una serie de factores emergentes en la situación laboral actual que podrían actuar como causantes de estrés, como son situaciones de empleo inestable, contratos precarios, sentimientos de inseguridad laboral, largas jornadas laborales, altas demandas emocionales en el trabajo y dificultades para conciliar la vida personal y familiar.
Se han identificado tres tipos de causas para las dolencias psíquicas de los trabajadores: imperativos profesionales excesivos, escaso margen de maniobra para tomar decisiones y controlar la propia vida laboral, y poco apoyo social por parte de compañeros y superiores.
Enfermos graves desatendidos
Otro problema derivado de la proliferación de las somatizaciones derivadas de problemas psíquicos es que los psiquiatras no pueden atender como es debido a los enfermos mentales severos, debido a la cantidad de gente que satura las consultas con alteraciones psíquicas menos graves.
Muchos de los enfermos mentales graves tienen dificultades para ser atendidos por la invasión de personas que acuden con problemas mentales comunes", como la depresión, cuadros de ansiedad y estrés.
Hemos pasado de trabajar sólo con los enfermos graves hace dos décadas a que ahora más de la mitad de los tratamientos sean de trastornos mentales comunes.
Las personas han comprobado que hay posibilidades de recibir ayuda "cuando se pasa por una mala temporada", existen conflictos de pareja o cualquier otra dificultad de la vida diaria, lo cual, está provocando una saturación en los servicios de esta especialidad clínica.