Tener bajos niveles de vitamina D podría ser fatal: un nuevo estudio revela que los adultos con bajos niveles en sangre, y no con altos niveles, serían más propensos a morir por cardiopatías o accidente cerebrovascular (ACV).
La vitamina D es una vitamina esencial, que en su mayor parte se obtiene de la exposición al sol, pero también de alimentos y multivitaminas.
El equipo de Annamari Kilkkinen, del Instituto Nacional de Salud y Bienestar de Helsinki, en Finlandia, comparó los niveles en sangre de vitamina D con la mortalidad por enfermedad cardíaca o ACV en el tiempo entre 2.817 hombres y 3.402 mujeres finlandeses.
Al inicio del estudio, los participantes tenían unos 49 años y carecían de indicadores de enfermedad cardiovascular, señaló el equipo en American Journal of Epidemiology.
Durante los 27 años de seguimiento, murieron 640 personas (358 hombres) por cardiopatías y 293 (122 hombres) por ACV.
A diferencia de los participantes con los niveles más altos de vitamina D, aquellos con los niveles más bajos tuvieron un 25 por ciento más riesgo de morir por enfermedad cardíaca o ACV, indicó Kilkkinen a Reuters Health.
Se identificó una "asociación especialmente asombrosa" entre los niveles de vitamina D y la mortalidad por ACV: tener los niveles más bajos de vitamina D confería "el doble de riesgo" que tener las cantidades más altas de la vitamina en sangre.
Tras considerar la edad, el género y otros factores demográficos, más el consumo de alcohol, el tabaquismo, la actividad física y la estación del año en la que se habían obtenido los niveles de vitamina D, las asociaciones observadas se mantuvieron.
En el estudio, los niveles de vitamina D fueron "significativamente más bajos" que los considerados suficientes, y "de algún modo menores" que los identificados en estudios previos en otras poblaciones en Europa y América.
Con todo, no existe un "consenso absoluto" en cuanto a cuál debería ser el rango óptimo de vitamina D en sangre.
Además, se desconoce si los niveles bajos de vitamina D causan un aumento del riesgo de enfermedad cardíaca o de ACV. Claramente, se necesitan más estudios, aseguró el equipo.
FUENTE: American Journal of Epidemiology,
La vitamina D es una vitamina esencial, que en su mayor parte se obtiene de la exposición al sol, pero también de alimentos y multivitaminas.
El equipo de Annamari Kilkkinen, del Instituto Nacional de Salud y Bienestar de Helsinki, en Finlandia, comparó los niveles en sangre de vitamina D con la mortalidad por enfermedad cardíaca o ACV en el tiempo entre 2.817 hombres y 3.402 mujeres finlandeses.
Al inicio del estudio, los participantes tenían unos 49 años y carecían de indicadores de enfermedad cardiovascular, señaló el equipo en American Journal of Epidemiology.
Durante los 27 años de seguimiento, murieron 640 personas (358 hombres) por cardiopatías y 293 (122 hombres) por ACV.
A diferencia de los participantes con los niveles más altos de vitamina D, aquellos con los niveles más bajos tuvieron un 25 por ciento más riesgo de morir por enfermedad cardíaca o ACV, indicó Kilkkinen a Reuters Health.
Se identificó una "asociación especialmente asombrosa" entre los niveles de vitamina D y la mortalidad por ACV: tener los niveles más bajos de vitamina D confería "el doble de riesgo" que tener las cantidades más altas de la vitamina en sangre.
Tras considerar la edad, el género y otros factores demográficos, más el consumo de alcohol, el tabaquismo, la actividad física y la estación del año en la que se habían obtenido los niveles de vitamina D, las asociaciones observadas se mantuvieron.
En el estudio, los niveles de vitamina D fueron "significativamente más bajos" que los considerados suficientes, y "de algún modo menores" que los identificados en estudios previos en otras poblaciones en Europa y América.
Con todo, no existe un "consenso absoluto" en cuanto a cuál debería ser el rango óptimo de vitamina D en sangre.
Además, se desconoce si los niveles bajos de vitamina D causan un aumento del riesgo de enfermedad cardíaca o de ACV. Claramente, se necesitan más estudios, aseguró el equipo.
FUENTE: American Journal of Epidemiology,