miércoles, 23 de septiembre de 2009

AUTENTICA SALUD


¿Qué debemos entender por autentica salud? Pensamos que tener salud es no padecer ninguna enfermedad, pero la salud engloba un concepto mucho más amplio. La autentica salud consiste en cuidar el cuerpo, cuidar nuestra mente, entender nuestras emociones.


Todos estamos compuestos de los mismos ingredientes, pero combinados en proporciones y formas diferentes. No existen dos personas iguales. Lo idéntico es precisamente nuestra identidad más profunda, la conciencia de ser. Lo demás son las vestiduras e instrumentos de que disponemos en este paso por la tierra. Podemos aprender a usarlos de la mejor manera, y cambiar lo que no funcione bien. Para ello disponemos de técnicas y expertos, ayudas en la aventura de conocerse, desarrollar nuestras capacidades y resolver lo que nos causa sufrimiento.

Nos consideramos enfermos cuando algo no funciona bien y padecemos dolor o incapacidad. Salud sería, por exclusión, la ausencia de enfermedad. Pero existe otra concepción más ambiciosa de salud: la manifestación de la potencialidad que cada uno encierra. Desde esta perspectiva las enfermedades son señales que indican un desequilibrio en el organismo que hay que corregir cambiando un hábito o actitud incorrecta. La persona que se conoce en todas sus facetas utiliza los síntomas como pistas para su propia transformación. La referencia ha de ponerse en sí mismo, no fuera.

Madurar es ir tomando conciencia de las propias capacidades y limitaciones, y adquirir las destrezas para manejarnos en el mundo. Un proceso que no tiene fin, pero que ha de alcanzar unos mínimos -la verdadera edad adulta- para afrontar la vida con fortaleza, sensibilidad, conciencia e independencia.

Características del individuo sano

  • Salud: Es disfrutar de nuestra potencialidad, desarrollar cada una de nuestras facetas: cuerpo físico, voluntad, emociones, mente, comunicación y la esfera transpersonal.
  • Cuerpo bien cuidado: conciencia corporal despierta, capacidad de sentir el organismo. Aceptación de nuestro físico como es, sin rechazo de ninguna parte del cuerpo.
  • Despertar la voluntad: la fuerza para transformar el entorno, la capacidad de sostener nuestras decisiones.
  • Emociones: el sentimiento que tiñe cada experiencia: un termómetro con el que percibimos como agradable o rechazable lo que nos ocurre. Aprender a aceptar las emociones, sentirlas y expresarlas sin que nos arrastren.
  • Reino mental: ordenado, purificado. Eliminar el ruido, el descontrol y la negatividad; colocar el intelecto en su justo lugar como instrumento y no como gobernador. No nos relacionamos con la Realidad, sino con una interpretación de la misma. Los sentidos codifican lo que hay. Después el intelecto interpreta /percibe. Y esa interpretación aún queda más deformada por los prejuicios, el sistema de creencias. Ser consciente de ello es el primer paso -al relativizar nuestro marco de interpretación- para despertar a la conciencia de lo Real. Eliminar la distancia que no separa de lo que somos al dejar de identificarnos con lo que pensamos.
  • Comunicación: el humano no es un sistema aislado; vive en relación con su entorno y otros seres. Es preciso sentir que podemos transmitir lo que queremos. Asimismo, precisamos relacionarnos afectivamente y aprender de los otros, y para ello debemos estar abiertos a ampliar el sistema de creencias.
  • Lo transpersonal: el término transpersonal se refiere al mundo interior que existe más allá de los reinos de la personalidad y el pensamiento. Ignorarlo es dejar de experimentar la inmensa base de este iceberg cuya punta es la realidad mental en que nos movemos habitualmente.