Los cálculos indican que más de 30% de las dietas proveen menos de 1.0 mg de cobre al día, cantidad considerada como el umbral mínimo necesario para un buen funcionamiento del organismo.
En 1990, la doctora Bao Shanfen (China), especialista en nutrición, llevó a cabo un estudio sobre estimación nutricional en todas las dietas de los hospitales de dicho país y encontró que la ingesta de cobre no era suficiente, a pesar de la adecuada administración de proteínas y macro nutrientes que existían en los menús de los pacientes. Al mismo tiempo, constató una diferencia entre las mediciones prácticas y los valores calculados de la tabla de la composición de la comida.
Desde el año 2000, por su parte, dos estudios propuestos por ella y financiados por la International Copper Association (ICA) revelaron también que muchos adultos simplemente no recibían la cantidad necesaria de cobre en su alimentación. La razón: que el metal rojo casi no existe en grasas y aceites. Tener una dieta rica en alimentos procesados, incluyendo la comida rápida, y baja en vegetales, pone al individuo en peligro de tener una ingesta de cobre muy por debajo de la óptima.
Esta realidad, detectada en China, probablemente se proyecte a varios países del mundo. Cálculos basados en encuestas a dietas individuales en Europa y Estados Unidos indican que más de 30% de las dietas proveen menos de 1.0 mg de al día, cantidad que a menudo se considera como un mínimo necesario de cobrecobre para el organismo.
En el largo plazo, los bajos niveles de cobre pueden precipitar un sinnúmero de condiciones inflamatorias y degenerativas, incluyendo osteoporosis y enfermedades cardiovasculares.
También, puede afectar el desarrollo del feto en madres embarazadas, sobre todo en el último trimestre, ya que es entonces cuando se necesita más cobre que las cantidades normales para asegurar un desarrollo neuronal apropiado.
Cabe recordar la importancia que reviste balancear la ingesta de hierro, zinc y cobre, ya que un exceso de alguno de ellos puede desestabilizar la habilidad del cuerpo para absorber o procesar a los otros dos.
Mientras la investigación sobre los beneficios del cobre en la salud crece, los consumidores podrían querer estar atentos a su consumo de cobre. De acuerdo al doctor Carl Keen, presidente del Departamento de Nutrición y Profesor de Nutrición de Medicina Interna en la Universidad de California, que ha pasado más de treinta años estudiando los efectos de los micro nutrientes en la salud humana, "para asegurar la ingesta adecuada de cobre a través de los alimentos, lo mejor es pensar en éste junto al hierro y al zinc, como un trío".
El nutriente cenicienta
El cobre puede ser llamado el "nutriente cenicienta". Siempre ha trabajado duro, pero sólo hoy está siendo elevado al status de sus metales hermanos como el zinc y el hierro. Por el contrario, el hierro ha mantenido un perfil altamente nutricional por su carácter fundamental en la prevención de la anemia, especialmente en las mujeres; y el zinc, se ha destacado por su potencial en la inmunidad.
De acuerdo a lo que señala el doctor Keen, el cobre, en cambio, realiza muchas acciones "tras bambalinas" que ayudan a promover una salud óptima, tales como la prevención de anemia y enfermedades óseas, detención de daño celular, promoción de un desarrollo fetal adecuado y mantención de huesos y piel en buen estado.
Más allá del testimonio de este especialista, son muchos los Importantes científicos internacionales que investigan el rol del cobre en la salud. Actualmente, hay estudios de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos, Centro de Investigación en Nutrición Humana del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, Universidad de California en Davis, Universidad de Michigan, Universidad de Pekín en China, Universidad Deakin en Australia, Instituto de Investigación Rowett, en Escocia, y en el INTA en Chile. Los investigadores están estudiando un amplio espectro de beneficios potenciales para la salud, incluyendo el efecto del cobre en el desarrollo fetal, osteoporosis y reparación ósea, enfermedades neurodegenerativas y enfermedad cardiovascular.
En 1990, la doctora Bao Shanfen (China), especialista en nutrición, llevó a cabo un estudio sobre estimación nutricional en todas las dietas de los hospitales de dicho país y encontró que la ingesta de cobre no era suficiente, a pesar de la adecuada administración de proteínas y macro nutrientes que existían en los menús de los pacientes. Al mismo tiempo, constató una diferencia entre las mediciones prácticas y los valores calculados de la tabla de la composición de la comida.
Desde el año 2000, por su parte, dos estudios propuestos por ella y financiados por la International Copper Association (ICA) revelaron también que muchos adultos simplemente no recibían la cantidad necesaria de cobre en su alimentación. La razón: que el metal rojo casi no existe en grasas y aceites. Tener una dieta rica en alimentos procesados, incluyendo la comida rápida, y baja en vegetales, pone al individuo en peligro de tener una ingesta de cobre muy por debajo de la óptima.
Esta realidad, detectada en China, probablemente se proyecte a varios países del mundo. Cálculos basados en encuestas a dietas individuales en Europa y Estados Unidos indican que más de 30% de las dietas proveen menos de 1.0 mg de al día, cantidad que a menudo se considera como un mínimo necesario de cobrecobre para el organismo.
En el largo plazo, los bajos niveles de cobre pueden precipitar un sinnúmero de condiciones inflamatorias y degenerativas, incluyendo osteoporosis y enfermedades cardiovasculares.
También, puede afectar el desarrollo del feto en madres embarazadas, sobre todo en el último trimestre, ya que es entonces cuando se necesita más cobre que las cantidades normales para asegurar un desarrollo neuronal apropiado.
Cabe recordar la importancia que reviste balancear la ingesta de hierro, zinc y cobre, ya que un exceso de alguno de ellos puede desestabilizar la habilidad del cuerpo para absorber o procesar a los otros dos.
Mientras la investigación sobre los beneficios del cobre en la salud crece, los consumidores podrían querer estar atentos a su consumo de cobre. De acuerdo al doctor Carl Keen, presidente del Departamento de Nutrición y Profesor de Nutrición de Medicina Interna en la Universidad de California, que ha pasado más de treinta años estudiando los efectos de los micro nutrientes en la salud humana, "para asegurar la ingesta adecuada de cobre a través de los alimentos, lo mejor es pensar en éste junto al hierro y al zinc, como un trío".
El nutriente cenicienta
El cobre puede ser llamado el "nutriente cenicienta". Siempre ha trabajado duro, pero sólo hoy está siendo elevado al status de sus metales hermanos como el zinc y el hierro. Por el contrario, el hierro ha mantenido un perfil altamente nutricional por su carácter fundamental en la prevención de la anemia, especialmente en las mujeres; y el zinc, se ha destacado por su potencial en la inmunidad.
De acuerdo a lo que señala el doctor Keen, el cobre, en cambio, realiza muchas acciones "tras bambalinas" que ayudan a promover una salud óptima, tales como la prevención de anemia y enfermedades óseas, detención de daño celular, promoción de un desarrollo fetal adecuado y mantención de huesos y piel en buen estado.
Más allá del testimonio de este especialista, son muchos los Importantes científicos internacionales que investigan el rol del cobre en la salud. Actualmente, hay estudios de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos, Centro de Investigación en Nutrición Humana del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, Universidad de California en Davis, Universidad de Michigan, Universidad de Pekín en China, Universidad Deakin en Australia, Instituto de Investigación Rowett, en Escocia, y en el INTA en Chile. Los investigadores están estudiando un amplio espectro de beneficios potenciales para la salud, incluyendo el efecto del cobre en el desarrollo fetal, osteoporosis y reparación ósea, enfermedades neurodegenerativas y enfermedad cardiovascular.