La hiperplasia benigna de próstata consiste en un aumento del tamaño de la próstata ocasionado por un incremento relativo en el nivel de estrógenos (hormonas femeninas) respecto a la testosterona (hormonas masculinas). Suele acompañarse de síntomas molestos, como la dificultad para orinar, y en ocasiones puede producir complicaciones más graves como infecciones urinarias o alteraciones en la función de los riñones.
Esta enfermedad es bastante frecuente entre los adultos mayores de 50 años y, según datos de la Organización Mundial de la Salud, es responsable de 30 de cada 100.000 fallecimientos en el mundo. Por ello, los especialistas recomiendan realizar revisiones periódicas con el fin de detectar esta patología u otras de mayor gravedad, como el cáncer de próstata.
Según Juan José Ballesteros, presidente del Consejo Nacional de Salud Prostática, las pruebas para detectar enfermedades de la próstata deben realizarse a partir de los 50 años, salvo en los casos en que se tengan antecedentes familiares de cáncer de próstata, en los que las revisiones deben comenzar a los 40 años.
“El examen de la próstata consiste en un análisis de sangre y un tracto rectal y si todo es normal, la periodicidad de las pruebas será de una vez al año”, explica el experto. Mediante el tracto rectal, el médico puede palpar el tamaño de la próstata y saber si ha aumentado su tamaño al tiempo que se descarta la existencia del tumor por la consistencia de la glándula.
Aunque la hiperplasia benigna de próstata es un proceso fisiológico propio del envejecimiento del varón, es necesario tenerlo bajo control para reducir las molestias que ocasiona y conseguir la mejor calidad de vida posible para el paciente. La función del especialista en estos casos es controlar que no se produzca un desarrollo exagerado fuera de control médico que produzca alteraciones serias en el aparato urinario.
En la actualidad, aunque no se dispone de tratamientos para evitar el desarrollo de la enfermedad, existen terapias que mejoran los síntomas y disminuyen la necesidad de recurrir a la cirugía. Tratamientos a base de plantas como el Olivo, el Saw Palmeto y otros han demostrado una gran efectividad en los apcientes que observan el tratamiento en condiciones adecuadas.
Es necesario concienciar a los varones de cierta edad para que sean conscientes de la necesidad de someterse a controles periódicos y de la posibilidad de desarrollar patologías prostáticas. “El hombre debe acudir al urólogo con la misma frecuencia que la mujer al ginecólogo.
No obstante, en los últimos años ha mejorado el conocimiento de estas enfermedades entre la población masculina. Hace unos años apenas el 30 por ciento de la población conocía la existencia de patologías prostáticas. “Actualmente, el 75 por ciento de los hombres es consciente de la presencia de estas enfermedades”.
Esta enfermedad es bastante frecuente entre los adultos mayores de 50 años y, según datos de la Organización Mundial de la Salud, es responsable de 30 de cada 100.000 fallecimientos en el mundo. Por ello, los especialistas recomiendan realizar revisiones periódicas con el fin de detectar esta patología u otras de mayor gravedad, como el cáncer de próstata.
Según Juan José Ballesteros, presidente del Consejo Nacional de Salud Prostática, las pruebas para detectar enfermedades de la próstata deben realizarse a partir de los 50 años, salvo en los casos en que se tengan antecedentes familiares de cáncer de próstata, en los que las revisiones deben comenzar a los 40 años.
Tracto rectal
“El examen de la próstata consiste en un análisis de sangre y un tracto rectal y si todo es normal, la periodicidad de las pruebas será de una vez al año”, explica el experto. Mediante el tracto rectal, el médico puede palpar el tamaño de la próstata y saber si ha aumentado su tamaño al tiempo que se descarta la existencia del tumor por la consistencia de la glándula.
Aunque la hiperplasia benigna de próstata es un proceso fisiológico propio del envejecimiento del varón, es necesario tenerlo bajo control para reducir las molestias que ocasiona y conseguir la mejor calidad de vida posible para el paciente. La función del especialista en estos casos es controlar que no se produzca un desarrollo exagerado fuera de control médico que produzca alteraciones serias en el aparato urinario.
En la actualidad, aunque no se dispone de tratamientos para evitar el desarrollo de la enfermedad, existen terapias que mejoran los síntomas y disminuyen la necesidad de recurrir a la cirugía. Tratamientos a base de plantas como el Olivo, el Saw Palmeto y otros han demostrado una gran efectividad en los apcientes que observan el tratamiento en condiciones adecuadas.
Es necesario concienciar a los varones de cierta edad para que sean conscientes de la necesidad de someterse a controles periódicos y de la posibilidad de desarrollar patologías prostáticas. “El hombre debe acudir al urólogo con la misma frecuencia que la mujer al ginecólogo.
No obstante, en los últimos años ha mejorado el conocimiento de estas enfermedades entre la población masculina. Hace unos años apenas el 30 por ciento de la población conocía la existencia de patologías prostáticas. “Actualmente, el 75 por ciento de los hombres es consciente de la presencia de estas enfermedades”.