Cómo librarse de él sin dieta ni medicamentos.
Una nueva responsabilidad, la visita de un pariente, una nueva amistad... Cualquier cambio, por pequeño que sea, puede provocar un aumento o una pérdida de peso repentinos. ¿Por qué? En realidad, afirma la psiquiatra Stéphane Clerget, la nutrición es mucho más que un mero combustible para el cuerpo. Forma parte integrante de nuestro sistema emocional.
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Las emociones influyen en la elección de los alimentos, en las conductas alimentarias e incluso en el almacenamiento de grasas. Sobrepeso emocional, tal vez el libro más riguroso jamás publicado sobre el tema, explora distintos problemas psicológicos relacionados con los kilos emocionales tanto de adultos como de niños, y proporciona las claves necesarias para reeducar la conducta alimentaria, buscar otras fuentes de placer y construir una nueva imagen mental de uno mismo, todo con el fin de decir adiós para siempre a esos kilos de más que ninguna dieta hará desaparecer.
El sobrepeso emocional es un desequilibrio que se produce cuando el cuerpo genera más calorías de las que puede quemar. Este desequilibrio puede estar relacionado con emociones como la ansiedad, la culpa o la frustración.
Algunas emociones que pueden influir en el aumento de peso son:
Miedo a tomar decisiones, a hacer cosas nuevas, a un conflicto, a engordar, a no bajar de peso
Tener una relación caótica con el cuerpo y la comida
No escuchar los mensajes que el cuerpo envía
Falta de respeto hacia uno mismo
Vivir demasiado deprisa, sin parar ni priorizarse
No dormir ni descansar
Tener una sexualidad reprimida o con traumas
Para evitar la alimentación emocional, se pueden probar estos consejos:
Llevar un diario de comidas
Dominar el estrés
Hacerse un chequeo de la realidad del hambre
Buscar apoyo
Lucha contra el aburrimiento
Elimina la tentación
No te prives
Come bocadillos saludables
En el caso de la obesidad emocional, es importante tratarla con un programa de acompañamiento psicológico para controlar los estados emocionales que impulsan a comer.