El humo del cigarrillo que fuman otros es malo para la salud y el corazón, y un nuevo estudio sugirió que también puede ser perjudicial para la salud mental.
Los autores observaron que los no fumadores expuestos a gran cantidad de humo de segunda mano tenían un 50 por ciento más riesgo de sufrir estrés psicológico.
Y en los seis años siguientes casi se triplicó la posibilidad de que necesitaran internación en un hospital psiquiátrico. El mismo riesgo casi se cuadruplicó en los fumadores.
El llamado "tabaquismo pasivo" es muy común, afirmó en Archives of General Psychiatry el equipo del doctor Mark Hamer, de la University College London, en el Reino Unido. Un estudio en Estados Unidos halló evidencias de humo de segunda mano en el 60 por ciento de los no fumadores.
Las mediciones del derivado de la nicotina, llamado cotinina, permitieron evaluar con precisión la exposición al humo de segunda mano y sus efectos en la salud, pero existe "muy poca información" sobre cómo el humo que exhalan otras personas podría afectar la salud mental.
El equipo estudió a 5.560 adultos no fumadores y a 2.595 adultos fumadores sin antecedentes de enfermedad mental. Todos respondieron cuestionarios sobre estrés psicológico y los autores registraron las internaciones psiquiátricas en los seis años siguientes.
La exposición al humo de segunda mano entre los no fumadores fue determinada usando muestras de saliva para analizar sus niveles de cotinina, que se forma cuando se rompe la nicotina.
El 14,5 por ciento de los participantes sufrieron estrés psicológico. Y cuanto más alta era la exposición al humo de segunda mano, mayor era la probabilidad de sufrir estrés. El riesgo más alto se observó en el grupo de fumadores.
Los no fumadores más expuestos al humo de segunda mano (aquellos con los niveles más altos de cotinina) eran un 62 por ciento más propensos a informar estrés psicológico que los que no eran fumadores pasivos, mientras que aquel riesgo crecía 2,45 veces en los fumadores.
Durante los seis años de seguimiento, 41 participantes fueron internados en hospitales psiquiátricos. El riesgo de hospitalización fue 2,8 veces superior en los fumadores pasivos que en los participantes sin exposición al humo de segunda mano, y 3,7 veces mayor entre los fumadores.
Los no fumadores sufrieron más los efectos que los ex fumadores. El haber podido abandonar la adicción sugiere que los ex fumadores serían menos vulnerables a los efectos de la nicotina.
Este tipo de estudios no prueban una relación causa-efecto, indicó Hamer. Pero agregó que la relación se mantuvo aún tras considerar el nivel socioeconómico, el consumo de alcohol y otros factores individuales que podrían influir en el riesgo de desarrollar problemas mentales y en la posibilidad de estar expuestos al humo de segunda mano.
"Observamos relaciones bastante sólidas", indicó el autor.
Los autores observaron que los no fumadores expuestos a gran cantidad de humo de segunda mano tenían un 50 por ciento más riesgo de sufrir estrés psicológico.
Y en los seis años siguientes casi se triplicó la posibilidad de que necesitaran internación en un hospital psiquiátrico. El mismo riesgo casi se cuadruplicó en los fumadores.
El llamado "tabaquismo pasivo" es muy común, afirmó en Archives of General Psychiatry el equipo del doctor Mark Hamer, de la University College London, en el Reino Unido. Un estudio en Estados Unidos halló evidencias de humo de segunda mano en el 60 por ciento de los no fumadores.
Las mediciones del derivado de la nicotina, llamado cotinina, permitieron evaluar con precisión la exposición al humo de segunda mano y sus efectos en la salud, pero existe "muy poca información" sobre cómo el humo que exhalan otras personas podría afectar la salud mental.
El equipo estudió a 5.560 adultos no fumadores y a 2.595 adultos fumadores sin antecedentes de enfermedad mental. Todos respondieron cuestionarios sobre estrés psicológico y los autores registraron las internaciones psiquiátricas en los seis años siguientes.
La exposición al humo de segunda mano entre los no fumadores fue determinada usando muestras de saliva para analizar sus niveles de cotinina, que se forma cuando se rompe la nicotina.
El 14,5 por ciento de los participantes sufrieron estrés psicológico. Y cuanto más alta era la exposición al humo de segunda mano, mayor era la probabilidad de sufrir estrés. El riesgo más alto se observó en el grupo de fumadores.
Los no fumadores más expuestos al humo de segunda mano (aquellos con los niveles más altos de cotinina) eran un 62 por ciento más propensos a informar estrés psicológico que los que no eran fumadores pasivos, mientras que aquel riesgo crecía 2,45 veces en los fumadores.
Durante los seis años de seguimiento, 41 participantes fueron internados en hospitales psiquiátricos. El riesgo de hospitalización fue 2,8 veces superior en los fumadores pasivos que en los participantes sin exposición al humo de segunda mano, y 3,7 veces mayor entre los fumadores.
Los no fumadores sufrieron más los efectos que los ex fumadores. El haber podido abandonar la adicción sugiere que los ex fumadores serían menos vulnerables a los efectos de la nicotina.
Este tipo de estudios no prueban una relación causa-efecto, indicó Hamer. Pero agregó que la relación se mantuvo aún tras considerar el nivel socioeconómico, el consumo de alcohol y otros factores individuales que podrían influir en el riesgo de desarrollar problemas mentales y en la posibilidad de estar expuestos al humo de segunda mano.
"Observamos relaciones bastante sólidas", indicó el autor.