Su Sistema Energético
El cuerpo es una red interconectada y muy compleja de trillones de células. Una de las muchas funciones de las células es producir energía para la vida. Para que cada célula produzca energía, necesita combustible principalmente en la forma de glucosa. La superficie de cada célula contiene estaciones de atracamiento para la insulina y la glucosa. La insulina funciona como la "llave" que abre células receptoras para que ingrese la glucosa.
Existen otros vectores dentro de la célula llamados transportadores de Glucosa (Glut). Estos vectores transportan las moléculas de glucosa hacia la mitocondria (el "horno" de la célula) donde el cuerpo finalmente la usa para crear energía.
Cómo Comienzan los Problemas
Cuando los carbohidratos o los azúcares son absorbidos por los intestinos luego de una comida y el azúcar en sangre se eleva, la insulina es secregada por el páncreas y circula por todo el organismo. A medida que la insulina se une a los receptores de células, las células absorben glucosa del torrente sanguíneo para producir energía y disminuir los niveles de azúcar en sangre. A medida que el azúcar en sangre disminuye, el páncreas segrega glucagón, que descompone el glicógeno en el hígado y libera glucosa adicional en la sangre.
La segregación de insulina es controlada por las concentraciones de glucosa en el torrente sanguíneo.
El índice Glicémico (GI, por sus siglas en inglés) es un sistema numérico que califica la rapidez con la que los carbohidratos se descomponen en glucosa e ingresan al torrente sanguíneo. Historicamente, los humanos han dependido de los carbohidratos provenientes de las fuentes naturales como frutas, vegetales, nueces, legumbres y granos, los cuales generalmente tienen bajos GI que elevan moderadamente los niveles de azúcar en sangre para soportar apropiadamente su sistema energético durante varias horas.
Con la llegada de los preservativos y saborizantes en tiempos recientes, la industria de alimentos ha podido producir comidas de buen sabor con mayores tiempos de vida en los anaqueles. Desafortunadamente muchos de estos productos populares (pan blanco, pretzels, hojuelas, galletas dulces y saladas, bizcochos, sodas) tienen un GI alto que hace que los niveles de azúcar en sangre se eleven demasiado rápido. Cuando el azúcar en sangre se eleva rápidamente, el nivel se incrementa en un corto tiempo y luego baja aceleradamente a niveles por debajo de lo normal. Ya que el cerebro opera en base al azúcar en sangre, provoca antojos forzándolo a comer más y elevar nuevamente su azúcar en sangre. Este ciclo lo conduce a un continuo aumento repentino de azúcar en sangre y a una abusiva liberación de insulina a lo largo del día y a la supresión del glucagón.
Además, las rápidas subidas del azúcar en sangre causan una inflamación significativa de las paredes de las arterias. Cuando esta inflamación alcanza los capilares (las arterias más pequeñas) de los músculos, los vasos tienden a estrecharse y engrosarse. Esto crea una barrera física que hace más difícil que la insulina en el torrente sanguíneo pase y deje que el azúcar entre en las células. Así se inicia la Resistencia a la Insulina que significa que el cuerpo se hace menos sensible a la insulina.
Síndrome Metabólico
Cuando la Resistencia a la Insulina no se trata, finalmente conduce al Síndrome Metabólico donde los niveles de insulina en la sangre se elevan a niveles sostenidos dando paso a un grupo de factores de riesgo que producen las siguientes enfermedades crónicas: obesidad, diabetes, enfermedad cardíaca, hipertensión y derrame cerebral.
Se cree que hay aproximadamente 47 millones de adultos en los Estados Unidos que padecen del Síndrome Metabólico y los números siguen creciendo considerablemente. El Síndrome Metabólico no se desarrolla de la noche a la mañana. Se produce después de años y años de hacer malas elecciones alimenticias diarias. Usted puede estar en peligro de padecer de Síndrome Metabólico si:
- Usted es de mediana edad. El riesgo de padecer de síndrome metabólico es de 20 % a los 40 años, de 35 % a los 50 años y de 45 % a los 60 años y más.
- Usted es propenso a coágulos de sangre e inflamación. Ambos son comunes en personas con Síndrome Metabólico. Su doctor puede hacerle análisis de sangre para averiguar si está en peligro.
- Usted tiene otras condiciones médicas como hígado graso, cálculos biliares de colesterol y lipodistrofia (que afecta la distribución de grasas).
- Es común en la familia. Si sus padres u otros parientes en primer grado sufren de diabetes, su riesgo es más alto.
- Si usted es hombre y su cintura supera las 35 pulgadas. Si usted es mujer y su cintura supera las 31 pulgadas.
- Usted es de Asia del Sur. Los asiáticos del sur tienen un riesgo más alto de padecer de Resistencia a la Insulina y Síndrome Metabólico.
Las buenas noticias son que el Síndrome Metabólico no es un desorden genético y es total y completamente evitable si usted se compromete a tomar las mejores decisiones para su dieta. La primera decisión consciente que tiene que hacer es revertir la Resistencia a la Insulina con una dieta y un estilo de vida sano. Debe conocer los alimentos con índices glicémicos altos y bajos para poder planear sus comidas. Esto protegerá inevitablemente su salud. Incluso si es diabético, usted todavía puede revertir el daño y seguir teniendo una vida activa.
Diabetes
Cuando la Resistencia a la Insulina no es tratada comúnmente se produce diabetes. Las estadísticas confirman una epidemia en marcha. Aproximadamente 18.2 millones de personas en los Estados Unidos ó 6.3 % de la población sufre de diabetes, una condición seria y crónica. De ellas, 13 millones han sido diagnosticadas y aproximadamente 5.2 millones de personas aún no lo han sido. Cada año, aproximadamente 1.3 millones de personas de 20 a más años son diagnosticadas con diabetes. La diabetes de tipo adulto (tipo II) principalmente asociada con estar subido de peso representó el 2 % de nuevos casos en niños entre los 9 y los 19 años en 1980. ¡Hacia el año 2000, la diabetes tipo II representó un sorprendente 30-50 % de los nuevos casos de diabetes que se diagnosticó en este grupo de edad!
La diabetes causa más de 170,000 muertes cada año en los Estados Unidos. Según la Fundación Mundial de Diabéticos, la prevalencia de diabéticos ha alcanzado proporciones epidémicas. La Organización Mundial de la Salud predice que los países en vías de desarrollo soportarán el azote de esta epidemia en el siglo 21. Para el 2025, se espera que el 80 % de todos los nuevos casos de diabetes se produzcan en los países en vías de desarrollo. Hoy la diabetes afecta a más de 230 millones de personas en todo el mundo o casi el 6 % de la población adulta. Se espera que el número de personas que viven con diabetes aumente a 350 millones en menos de 20 años si no se toman acciones.
Medicina Occidental
La medicina occidental recurre a medicamentos agresivos y cirugía para tratar muchos problemas relacionados con la Resistencia a la Insulina, el Síndrome Metabólico y la Diabetes. Estos métodos generalmente abordan sólo los síntomas del desorden de la química en la sangre y no las causas subyacentes. Apenas deja de usar los medicamentos, los problemas regresan y lo peor de todo es que estos medicamentos prescritos a menudo tienen efectos secundarios no deseados e incluso peligrosos.
Entre los medicamentos comúnmente prescritos podemos encontrar: inhibidores ACE (como Capoten y Vasotec), bloqueadores del receptor de la angiotensina II (como Cozaar y Diovan), diuréticos, bloqueadores beta, estatinas (como Crestor, Lescol, Lipitor, Mevacor, Pravachol y Zocor), niacina (como Niacor, Niaspan y Nicolar), resinas de ácido biliar (como Colestid y Questran), Zetia, Glucophage, Actos y Avandia.
Los efectos secundarios combinados de sólo unos cuantos medicamentos incluyen dolor abdominal, exámenes anormales de la función del hígado, acanthosis nigricans, lesión accidental, reacción alérgica, alopecia, anafilaxis, anemia, anemia y equimosis, angina de pecho, angioedema, anorexia, anosmia, ansiedad, artralgia, artralgias, artritis, astenia, asma, ataxia, fibrilación atrial y otras arrithmias cardíacas, dolor de espalda, visión borrosa, bronquitis, broncoespasmo, pénfigo, paro cardiaco, paro cardiaco que causa obstrucción de la vía aérea y/o hinchazón de la cara, accidente/insuficiencia cerebrovascular, cambios en el cabello/uñas, dolor de pecho, escalofríos, colestasis, ictericia colestatica, cirrosis, confusión, conjuntivitis, estreñimiento, aumento de tos, edema macular cistoideo, dismunición de la tolerancia a la glucosa, depresión, diabetes mellitus, diaforesis, diarrea, decoloración, mareo, alteraciones del sueño, tos seca, ojos secos, boca seca, piel seca, sequedad de piel/membranas mucosas, disestesia, disfunción de ciertos nervios craneales, disgeusia, disnea, fosfatasa alcalina elevada, bilirrubina elevada, glutamil transpeptidasa elevada, transaminasas elevadas, eosinofilia, neumonía eosinofílica, disfunción eréctil, eritema multiforme, eritroderma, aumento de esr, dermatitis exfoliativa, parálisis motorizada parcial del rostro, cambio graso en el hígado, fiebre, dolor en el costado, flatulencia, rubor, necrosis hepática fulminante, gastritis, gastroenteritis, glositis, gota, ginecomastia, dolor de cabeza, anemia hemolítica, falla hepática, hepatitis, hepatoma, herpes zoster, hipercalemia, hiperpigmentación, hipertensión, hipertonía, hiperuricemia, hiponatremia, hipotensión, íleo, deterioro del movimiento extraocular, impotencia, infección, insomnio, ictericia, leucopenia, pérdida de la libido, síndrome similar al lupus eritematoso, malestar, melena, amnesia, enrojecimiento cutáneo mediano a severo, calambres musculares, mialgia, miastenia, infarto al miocardio o accidente cerebrovascular, miopatía, dolor de cuello, nerviosismo, neuralgia, neutropenia, nódulos, oliguria, oftalmoplegía, ortostasis, hipotensión ortostática, dolor, palpitaciones, pancreatitis, parestesia, fractura patológica, dolor pélvico, pénfigo, ulceración péptica, absceso periodontal, edema periférico, parálisis periférica del nervio, neuropatía periférica, fotosensibilidad, pulmonía, polimialgia reumática, ana positiva, progresión de cataratas (opacidad del lente), prurito, perturbaciones psíquicas, edema pulmonar, embolia pulmonar e infarto, infiltraciones pulmonares, púrpura, erupción y prurito, fenómeno de Raynaud, disfunción renal, falla renal, rabdomiolisis, rinitis, flujo nasal, perturbaciones de ritmo cardíaco incluyendo taquicardia y bradicardia atrial, somnolencia, dolor de garganta y ronquedad, síndrome de stevens-johnson, estomatitis, hiponatremia sintomática, síncope, alteración del gusto, desgarramiento, trombopenia y depresión de médula ósea, anormalidades en la función de la tiroides, zumbido en los oídos, ambliopía tóxica, necrólisis epidérmica tóxica, temblor, infección respiratoria superior, urticaria, vasculitis, vasodilatation, vértigo y vómitos.
La introducción de potentes productos químicos sintéticos en el cuerpo tiene, sin lugar a dudas, serias consecuencias en la salud a largo plazo. Existe una serie de medicamentos que tiene más efectos secundarios que las enfermedades o problemas para los que fueron diseñados.
REFERENCIAS Y MAS INFORMACION SOBRE EL TEMA:
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