¿Por qué hay cada vez más niños con TDA y/o con Hiperactividad?
La verdad es que cada año hay más casos de niños, jóvenes (y adultos) diagnosticados del Trastorno de Déficit de Atención (TDA) y/o de Hiperactividad. Si bien es cierto que hay un aumento de estos casos también se viene observando que ahora cualquier niño demasiado inquieto o al que le cuesta concentrarse rápidamente pasa a ser diagnosticado como un TDA o como un caso de Hiperactividad.
¿Es realmente imprescindible medicarles?
Estos niños suelen presentar dificultades académicas (aunque a menudo son muy inteligentes) debido a que les cuesta concentrarse (TDA) o pueden crear problemas para que la clase siga su ritmo normal ya que suelen interrumpir o crear problemas de comportamiento con su impulsividad.
En esta época en la que la medicina está encarada sólo a tratar los síntomas lo fácil es medicar a estos niños. Con la medicación normalmente están más tranquilos y ya no suelen crear "problemas" en clase.
Efectos secundarios de esos medicamentos
Cada vez se están alzando más voces (dentro del colectivo médico y docente) en contra de esta medicación masiva. Hoy en día es raro encontrar un aula o clase en la que no haya uno o varios alumnos medicados.
El primer efecto secundario es el de ser estigmatizado. En muchos casos el niño o niña pasa a ser conocido por todos como "el hiperactivo".
La industria farmacéutica ha encontrado un verdadero filón con estos casos ya que la mayoría tendrán que tomar ese medicamento durante muchos años. Siempre te comentan que es un problema del cerebro (una conexión) y que con el medicamento el niño estará "estupendo".
Lo que, a menudo, no explican son los posibles efectos secundarios:
La medicación habitual es un principio activo llamado Metilfenidato (un estimulante del sistema nervioso central) y que en cada país puede comercializarse con distintos nombres. Cada caso es diferente pero en los propios prospectos de los medicamentos ya advierte que pueden provocar tics o movimientos incontrolados del cuerpo, sarpullidos, dolor articular, pérdida de apetito y de peso, cambios de humor, insomnio, dolor de cabeza y nauseas, etc. Tras dejar la medicación también se necesita tiempo para que la persona se adapte y así puede surgir una sensación de desánimo, cansancio, etc.
Con esto no queremos decir que todas los pacientes padecerán estos síntomas pero si que hay que tener en cuenta los efectos secundarios.
Tratar la causa y no sólo los síntomas
Desde la medicina natural se mantiene la visión de que nunca hemos de quedarnos con los síntomas sino tratar de corregir las causas que los provocan.
A pesar de que haya algunos casos muy concretos que pudieran necesitar medicación lo habitual es que detrás haya toda una serie de factores:
Niños sin ningún tipo de hábitos, falta de dedicación de sus padres, déficit de ácidos grasos Omega 3, pasarse todo el día con estímulos visuales (los ordenadores o computadoras, televisión y videojuegos o consolas) y la consecuente falta de actividad física, alteraciones del sueño, traumas emocionales, etc.
¿Tenemos otras alternativas?
Una vez estudiado cada caso (entre los profesores, padres, psicólogos y médicos) es cuando se aplicará la estrategia que corresponda. Lo más importante es que el niño o niña entienda porque está actuando así. Una vez entienda que es un aspecto de su comportamiento (en el cual él también puede participar en su mejoría) su autoestima suele empezar a mejorar ya que ve esa situación como algo más lógica y que puede ser momentánea.
Evidentemente esto es más complejo que dar una pastillita y poner todas nuestras expectativas en que el medicamento lo haga todo. Aquí se han de involucrar todos.
Conclusiones
Hemos de entender que el ritmo de vida tan estresado que llevamos también afecta a los chicos. Pensemos que muchos de ellos se pasan el día en el colegio y luego por la tarde suelen tener más tareas o clases "de refuerzo". Antes los alumnos solían jugar después de las clases. Ahora a menudo también ven menos a sus padres que, además, cuando llegan a casa están tan cansados que tiene ganas de todo menos de averiguar que les preocupa a sus hijos.
A veces algo tan simple como jugar con ellos o ayudarles a poner un poco de orden en su vida les ayuda más que ninguna medicación... y sin ningún efecto secundario.
Nota: Con este pequeño artículo no queremos alentar a nadie a dejar su medicación sólo pretendemos que padres, médicos y docentes reflexionen un poco más antes de diagnosticar a alguien como persona con TDA o Hiperactividad y evitar así que se le medique sin buscar las causas de esos síntomas.
La verdad es que cada año hay más casos de niños, jóvenes (y adultos) diagnosticados del Trastorno de Déficit de Atención (TDA) y/o de Hiperactividad. Si bien es cierto que hay un aumento de estos casos también se viene observando que ahora cualquier niño demasiado inquieto o al que le cuesta concentrarse rápidamente pasa a ser diagnosticado como un TDA o como un caso de Hiperactividad.
¿Es realmente imprescindible medicarles?
Estos niños suelen presentar dificultades académicas (aunque a menudo son muy inteligentes) debido a que les cuesta concentrarse (TDA) o pueden crear problemas para que la clase siga su ritmo normal ya que suelen interrumpir o crear problemas de comportamiento con su impulsividad.
En esta época en la que la medicina está encarada sólo a tratar los síntomas lo fácil es medicar a estos niños. Con la medicación normalmente están más tranquilos y ya no suelen crear "problemas" en clase.
Efectos secundarios de esos medicamentos
Cada vez se están alzando más voces (dentro del colectivo médico y docente) en contra de esta medicación masiva. Hoy en día es raro encontrar un aula o clase en la que no haya uno o varios alumnos medicados.
El primer efecto secundario es el de ser estigmatizado. En muchos casos el niño o niña pasa a ser conocido por todos como "el hiperactivo".
La industria farmacéutica ha encontrado un verdadero filón con estos casos ya que la mayoría tendrán que tomar ese medicamento durante muchos años. Siempre te comentan que es un problema del cerebro (una conexión) y que con el medicamento el niño estará "estupendo".
Lo que, a menudo, no explican son los posibles efectos secundarios:
La medicación habitual es un principio activo llamado Metilfenidato (un estimulante del sistema nervioso central) y que en cada país puede comercializarse con distintos nombres. Cada caso es diferente pero en los propios prospectos de los medicamentos ya advierte que pueden provocar tics o movimientos incontrolados del cuerpo, sarpullidos, dolor articular, pérdida de apetito y de peso, cambios de humor, insomnio, dolor de cabeza y nauseas, etc. Tras dejar la medicación también se necesita tiempo para que la persona se adapte y así puede surgir una sensación de desánimo, cansancio, etc.
Con esto no queremos decir que todas los pacientes padecerán estos síntomas pero si que hay que tener en cuenta los efectos secundarios.
Tratar la causa y no sólo los síntomas
Desde la medicina natural se mantiene la visión de que nunca hemos de quedarnos con los síntomas sino tratar de corregir las causas que los provocan.
A pesar de que haya algunos casos muy concretos que pudieran necesitar medicación lo habitual es que detrás haya toda una serie de factores:
Niños sin ningún tipo de hábitos, falta de dedicación de sus padres, déficit de ácidos grasos Omega 3, pasarse todo el día con estímulos visuales (los ordenadores o computadoras, televisión y videojuegos o consolas) y la consecuente falta de actividad física, alteraciones del sueño, traumas emocionales, etc.
¿Tenemos otras alternativas?
Una vez estudiado cada caso (entre los profesores, padres, psicólogos y médicos) es cuando se aplicará la estrategia que corresponda. Lo más importante es que el niño o niña entienda porque está actuando así. Una vez entienda que es un aspecto de su comportamiento (en el cual él también puede participar en su mejoría) su autoestima suele empezar a mejorar ya que ve esa situación como algo más lógica y que puede ser momentánea.
Evidentemente esto es más complejo que dar una pastillita y poner todas nuestras expectativas en que el medicamento lo haga todo. Aquí se han de involucrar todos.
Conclusiones
Hemos de entender que el ritmo de vida tan estresado que llevamos también afecta a los chicos. Pensemos que muchos de ellos se pasan el día en el colegio y luego por la tarde suelen tener más tareas o clases "de refuerzo". Antes los alumnos solían jugar después de las clases. Ahora a menudo también ven menos a sus padres que, además, cuando llegan a casa están tan cansados que tiene ganas de todo menos de averiguar que les preocupa a sus hijos.
A veces algo tan simple como jugar con ellos o ayudarles a poner un poco de orden en su vida les ayuda más que ninguna medicación... y sin ningún efecto secundario.
Nota: Con este pequeño artículo no queremos alentar a nadie a dejar su medicación sólo pretendemos que padres, médicos y docentes reflexionen un poco más antes de diagnosticar a alguien como persona con TDA o Hiperactividad y evitar así que se le medique sin buscar las causas de esos síntomas.