El término enfermedad autoinmune reúne a más de 80 diferentes enfermedades serias y crónicas. Muchas son raras, pero como grupo atacan a millones de personas en todo el mundo.
Se presentan en el momento en que el sistema inmunológico empieza a funcionar de manera anormal, activando un mecanismo de defensa contra algunas células de nuestro cuerpo, como si amenazaran al organismo y, por lo tanto, las daña. Este desajuste puede afectar a uno o varios órganos o, incluso, a los tejidos.
Los órganos y tejidos más afectados, habitualmente, son la piel, los músculos, las articulaciones, los glóbulos rojos y otros componentes de la sangre y algunas glándulas como el páncreas o la tiroides. El proceso degenerativo puede pasar inadvertido en las etapas iniciales, afectando al organismo lentamente, hasta que el daño es irreversible.
La experiencia de las personas que las padecen no es poco común. En 1997 la American Autoimmune Related Disease Association (AARDA), descubrió que más de 65% de los pacientes con enfermedades autoinmunes han sido clasificados como hipocondriacos, como quejosos crónicos durante las etapas tempranas de sus enfermedades (1).
Esto se debe a que los síntomas son vagos, tienden a aparecer y desaparecer y con frecuencia son difíciles de describir.
Lograr un diagnóstico certero puede ser difícil en las etapas iniciales, pero es fundamental, ya que la incapacidad para identificar rápidamente una enfermedad autoinmune puede tener graves consecuencias en la persona que la padece, tanto física como mentalmente.