"Investigaciones experimentales demostraron que la falta de horas de sueño genera una función inmune más débil", explicaron el doctor Sheldon Cohen, de la Carnegie Mellon University, en Pittsburgh, y coinvestigadores.
No obstante, hay poca evidencia directa que respalde la teoría de que el sueño afecta la susceptibilidad a la enfermedad.
El equipo de Cohen entrevistó a 153 hombres y mujeres a diario durante 14 días consecutivos y les preguntó cuántas horas dormían por noche, qué porcentaje de su tiempo en la cama lo pasaban dormidos (algo que los expertos llaman "eficacia del sueño") y si se sentían descansados.
Los participantes luego fueron puestos en cuarentena y se les administraron gotas nasales que contenían rinovirus, que causa el resfrío común.
Los resultados mostraron que cuanto menos dormía un individuo, más propenso era a desarrollar un resfrío.
La menor eficacia del sueño también se relacionó con el desarrollo de resfríos: los hombres y mujeres que dormían menos del 92 por ciento del tiempo que pasaban en la cama eran 5,5 veces más proclives a enfermarse que aquellos cuya eficacia del sueño era del 98 por ciento o más.
Sentirse descansado no se vinculó con el resfrío.
Estos datos respaldan la idea de que dormir siete a ocho horas es un "objetivo razonable", concluyó el equipo.
No obstante, "incluso un mínimo disturbio en el sueño (perder un 2 a un 8 por ciento del sueño, o 10 a 38 minutos en un descanso de ocho horas) está relacionado con 3,9 veces más riesgo de desarrollar un resfrío", finalizaron los autores.